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domingo, mayo 19, 2024

LA BOMBA ATÓMICA Y LA BOMBA RUBIA

Cada vez que intento tomar las cosas en serio, el mismo mundo se encarga de decirme que es mejor verlas en broma. Sólo así se puede explicar que los cines escojan para estrenar simultáneamente dos películas basadas en bombas.

La primera, Oppenheimer, cuenta las incidencias que llevaron a la fabricación de la bomba atómica, que fue lanzada sobre la ciudad japonesa de Hiroshima, matando más de 70 mil personas en un instante. Unos cuantos días después otra bomba igual de mortífera fue lanzada sobre la ciudad de Nagasaki, pero nadie la menciona nunca, Hiroshima es el icono del holocausto nuclear.

La otra película, sobre la bomba rubia Barbie, popular muñeca cuya fabricación en masa se inició, paradójicamente, en Japón.
El mensaje de Oppenheimer pasará desapercibido para la mayoría de la gente que la considerará aburrida y fuera de moda.
En cambio, el mensaje que envía Barbie es de tomar muy en cuenta ya que es un fiel reflejo de la mentalidad humana.
La orden del Departamento de Mercadeo Mundial es -ni más ni menos- “¡póngase algo rosado y vaya a ver la película!”

Hombres, mujeres y niños obedecen de inmediato, inclusive los gays, adueñándose del color rosado y más o menos representados por Ken, la pareja de Barbie. (Ella confiesa que no tiene vagina, obviamente Ken tampoco tiene pene)
Porque hay que obedecer, de lo contrario caeremos en lo peor que puede existir en estos tiempos: ¡Estaremos fuera de moda!

Debo agregar que así ha sido siempre, nada nuevo excepto la tecnología, el ser humano siempre ha sido igual.

Aztecas, egipcios, romanos y chinos, todas las culturas, todas las civilizaciones han sido afectadas por modas y tendencias pasajeras.
Estatuas en piedra y pinturas antiguas son testimonios del cambio de las modas a través de los tiempos.

Frescos y cerámica en las ruinas de Pompeya muestran en todo su esplendor la moda masculina y femenina de la época, no existe duda que no hay nada nuevo en ese campo.
Hasta hace unos pocos años la televisión reinaba en la comercialización, aunque sus disparos eran como de escopeta, muchos balines a ver a cuántos les llegaban.
Ahora, el mercadeo moderno cuenta con fabulosas herramientas que permiten enviar mensajes personalizados a cada uno de nosotros, con la precisión de un francotirador.
Pero al final, el público, todos nosotros, constituimos una enorme masa fácilmente influenciable y explotable por parte de astutos comerciantes, santones religiosos y dirigentes políticos.

Nos convertimos en masa cuando desechamos cosas buenas, servibles, pero pasadas de moda o cuando las compramos usadas creando una sub-moda desactualizada de la moda vigente.

Corremos a endeudarnos para cambiar el teléfono cuando el que utilizamos, aún en perfecto estado, simplemente está pasado de moda. Igual ocurre con casi todas las cosas.
Somos masa cuando seguimos a un farsante líder religioso que dice hablar en nombre de un dios y que nos cuenta historias fantásticas que, de no venir de un prelado, serían tomadas por fantasías increíbles.

Y, también, nos convertimos en masa cuando creemos en la más reciente promesa del dirigente político, le damos de nuevo nuestra confianza y lo más importante, el voto, para convertirlo en nuestro jefe, cuando en realidad debería ser nuestro empleado.
Y, para ser aún más sincero y cruel, también nos volvemos masa si pertenecemos al grupo que rechaza todo lo anterior. Recuerde, el disparo es hecho con mira de alta precisión, uno por cada persona según sus gustos.

Barbie, Bad Bunny o el Barça, todos son el mismo producto con diferente empaque y si usted no compra uno posiblemente comprará el otro o el otro.
Y no quiero que se me entienda mal, estoy de acuerdo con todo lo anterior, así es como son las cosas, como han sido y como siempre serán.
Así somos los seres humanos a los que nada -ni una bomba atómica ni una bomba rubia- nos va a cambiar.

Si me sumo a cualquiera de los muchos grupos que representan todas y cada una las tendencias seré parte de su masa, al igual que si me voy detrás de los que no siguen a nadie, me convierto en uno más de su masa.

Y aún aquellos que deseando ser ermitaños viven aislados en su caverna personal en medio de una gran multitud de personas, éstos también pertenecen a la masa de los ermitaños.
No hay nada que podamos hacer, excepto esperar la nueva película, la nueva tendencia, la nueva moda y desear que, mientras tanto, nadie lance la próxima bomba atómica.

Nota: Claro que vi Barbie, como amante del cine y explorador de la conducta humana, jamás podría perdérmela.

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