Redacción. En una sorprendente y polémica práctica médica, el doctor John R. Brinkley ganó notoriedad en 1917, tras realizar trasplantes de testículos de cabra en hombres con problemas de virilidad.
La inusual técnica ha suscitado tanto curiosidad como críticas en la comunidad médica y entre los pacientes.
El origen de esta insólita práctica se remonta a una consulta de un granjero en Kansas, quien, frustrado por su incapacidad para lograr una erección, expresó su desesperación al doctor Brinkley.
En un momento de humor oscuro, el médico bromeó: «No tendrías ese problema si fueras un macho cabrío».
Sorprendentemente, el granjero respondió: «¡Si tuviera los testículos de un macho cabrío, póngamelos!».
A pesar de las advertencias sobre los riesgos del procedimiento, el granjero decidió seguir adelante.
Con una estrategia clandestina, se acordó que la operación se llevaría a cabo bajo el manto de la noche, con el granjero prometiendo regresar a casa antes del amanecer.
Brinkley, quien se estableció en Milford hace poco más de dos semanas, ha tenido una carrera médica poco convencional.
Con un diploma que ha sido objeto de cuestionamientos y una experiencia limitada, comenzó su práctica con la ambición de ofrecer soluciones innovadoras a problemas de salud.
La idea de utilizar xenotransplantes, aunque controvertida, no es completamente nueva en la medicina.
La primera operación fue realizada en secreto, y el granjero, tras dos semanas, volvió para entregar un cheque de 150 dólares, afirmando estar satisfecho con los resultados.
Esta afirmación ha llevado a más hombres a buscar la misma intervención, aumentando la demanda de un tratamiento que muchos consideran más un mito que una realidad.
¿Quién era John R. Brinkley?
John R. Brinkley, era un médico, quién apenas llevaba un par de semanas atendiendo pacientes en una farmacia en Kansas.
Había llegado a Milford tras ver un anuncio que decía: «Milford, Kansas, población 2.000. Necesitamos un médico».
Sin embargo, al investigar, se percató de un error tipográfico: la población real era de solo 200 habitantes.
El pueblo era poco atractivo, sin carreteras pavimentadas, ni tráfico, y carecía de sistemas de agua, alcantarillado y electricidad.
Brinkley se encontraba en una situación complicada, con solo 23 dólares en su bolsillo y muchas deudas acumuladas.
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En 1913, inició un negocio en Greenville, Carolina del Sur, junto a un socio, dedicado a tratar problemas de vigor masculino.
Sin embargo, la aventura duró solo dos meses, ya que ambos terminaron encarcelados por practicar medicina sin licencia y utilizar cheques falsos.