Su nombre, Danlí, significa “Montaña de agua” –también se le dice “Ciudad de las colinas”- y es la cuarta ciudad más poblada de Honduras, zona altamente productiva con calidad y excelencia conocida en todo el mundo, desde su café y tabacos, cultivo de legumbres y frutas. Lo mejor que tiene es su laboriosa y tranquila población teniendo ahora el terrible y temible dolor de la delincuencia en su seno y alrededores. A veces se nos olvida que también estas ciudades o centros poblacionales son también Honduras y por eso nos duele que debamos elevar la voz para que su pueblo también sea atendido. No estamos pontificando, pero da la casualidad que la delincuencia se ha desbordado al llegar el nuevo Gobierno y no solo es en las dos ciudades más pobladas (todas son igual de importantes). Los delitos contra la vida ya han cobrado, hasta el momento de la redacción del presente, cinco vidas en esta semana y de personas dedicadas tan solo a trabajar para sacar adelante a sus familias.
A ver si los que se dicen paladines de la justicia y se llenan el pecho de medallas de cartón con sus discursos dizque defendiendo a su pueblo, que les ha elegido, interceden con un plan para controlar este fenómeno. Y eso no solo es allí, pero sí llama la atención esta situación tan lacerante. Allí la gente tiene miedo de salir y todos están llegando al límite de la desesperación, la cual no es buena consejera. Se ha denunciado públicamente, además, el tema de la invasión de tierras o el asalto sobre las mismas donde los pobladores mismos han tenido que tomar medidas radicales para protegerse y lo más cruel es que si acaso se perjudica a alguien siempre será a la ciudadanía honrada.
Las autoridades correspondientes deben intervenir allí, pero para ayer, ya que no queremos creer que sigan esperando a que se derrame más sangre o que toquen a uno de los “grandes” de la zona para actuar ya que toda vida es valiosa por definición. La Policía Nacional sabrá qué hacer, todos lo sabemos, pero que lo hagan. Eso no espera, mientras se reúnen cómodamente en esos salones de juntas, con mesas largas y aguas frescas con aire acondicionado, el criminal les espera con ventaja y maquinan donde sea y a cualquier hora.
Hoy, Danlí está causando dolor, toda Honduras tiene dolor, se asesina a las mujeres y ahora a los niños y las leyes no se endurecen, las capacidades están aparentemente superadas por demás y eso es fácil de demostrar, solo es de sentarles y preguntarles cómo va tal o cual caso. Ellos, los danlidenses, también exigen y merecen una respuesta, aunque eso ya de nada va a servir para recuperar las vidas de estos malogrados compatriotas. La patria tiene tremenda hemorragia ante la orgía de sangre que propone la delincuencia, hagan algo pronto, de lo contrario podríamos pensar mal.