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lunes, mayo 20, 2024

Hondureños Ilustres en México: Alfonso Guillén Zelaya

Alfonso Guillén Zelaya, nacido en Juticalpa, Honduras, el 27 de junio de 1887, se desempeñó como periodista, escritor y poeta. En Honduras es considerado uno de los mejores poetas e intelectuales de la historia.

Cuando Guillén Zelaya vivía en Honduras al inicio de los años treinta del siglo XX, el mundo vivía un periodo muy especial. Estados Unidos había enviado sus tropas para intervenir en Nicaragua desde 1926 y dicho país del norte vivía una crisis económica afectando con ella a diversos países de América Latina y el mundo.

En esa época emergieron expresiones literarias y artísticas. En México tomaron una gran fuerza política las pinturas murales de José Clemente Orozco, Diego Rivera y David Alfaro Sequeiros, en la literatura destacó la obra del hondureño Alfonso Guillén Zelaya, entre otros.

En casi todos los países latinoamericanos emergieron movimientos sociales. En 1932 se implantó en Chile una transitoria República Socialista. En 1933 en Cuba fue derrotada la dictadura de Gerardo Machado, lo que desencadenó a su vez una revolución compuesta de estudiantes, sargentos y soldados. Ese mismo año, las tropas estadounidenses abandonan Nicaragua con la victoria de las tropas que comandaba Augusto C. Sandino.  En tanto Honduras no escapaba a conflictos sociales y crisis económicas y sufría incluso violencia política.

En 1933, el general Lázaro Cárdenas del Río se perfila en México como el candidato a gobernar el país. Con su triunfo, termina el periodo de los caudillos y comienza una etapa de profundos cambios sociales, producto de la Revolución Mexicana. En estos momentos es cuando llega a México Alfonso Guillén Zelaya, intelectual hondureño nacido en Juticalpa, Olancho (región de grandes rebeldías y de poetas). Guillén Zelaya dejó la carrera de licenciado en Derecho para dedicarse en cuerpo y alma a la poesía y al periodismo y lo recibe el México cardenista. Durante este periodo, Lázaro Cárdenas propició la reorganización del movimiento obrero, lo cual consiguió con la creación de la unitaria Confederación de Trabajadores de México. Además, reestructuró al propio partido de gobierno, transformándolo en uno nuevo, con un programa de justicia social mucho más acentuado y con mayores vínculos y representatividad populares, que se denominó Partido de la Revolución Mexicana (PRM).

El gobierno cardenista constituyó un momento político en que la defensa de la soberanía nacional. Guillén Zelaya no es únicamente testigo de los acontecimientos del México revolucionario, sino que el periodista hondureño se verá envuelto en esas transformaciones sociales.

La política exterior de Cárdenas se convertirá en un referente fundamental para el exilio latinoamericano. Para aquellos hombres y mujeres que por diversas presiones y represiones políticas habían tenido que abandonar sus países para encontrar en México un espacio fértil para desarrollar una vida más productiva dedicada a la creación y al aporte cultural y social.  Alfonso Guillén Zelaya es uno de estos seres que encuentra en tierras mexicanas cobijo para su mejor desarrollo político e intelectual.

En los primeros seis años de Alfonso Guillén Zelaya en México, le tocó ver desarrollarse el punto más alto logrado por la Revolución Mexicana. Por ello es que un intelectual como él, que ya había conocido la realidad de otros países, comprendía lo complejo del mundo y requería un lugar donde pudiera desarrollar todavía más sus capacidades intelectuales y su compromiso político.

Dichas condiciones permitieron que tuviera una gran incidencia como profesor en una universidad mexicana y como periodista en el diario El Popular y en la revista Futuro, donde escribió artículos que difundían sus ideas en torno a la situación en Honduras. Llegando el mismo Alfonso Guillén Zelaya a reconocer orgullosamente a México y a su revolución. Sobre ella decía el poeta hondureño: “la de México, la más vigorosa y heroica con que se enorgullece nuestra América.  

La época que le toca vivir a Guillén Zelaya en México es heroica, es el momento en que se lucha por la defensa de la dignidad y la soberanía, al mismo tiempo, la humanidad vive una de las etapas más críticas. Guillén Zelaya no sólo ayuda en ciudad de México a organizar a los hondureños en su lucha contra la tiranía de Honduras, llama a la lucha por una democracia que permita avanzar y organizar al pueblo, donde la dictadura había desorganizado a los trabajadores.  

Cuando sucede en San Pedro Sula los trágicos acontecimientos de la represión del 6 de julio de 1944 que ordenó Tiburcio Carías Andino, en México, Alfonso Guillén Zelaya escribió en El Popular y llamó al dictador hondureño a evitar “los horrores, las miserias, la sangre y el dolor de la guerra civil”, exhortándolo a dejar el poder. Apuntaba Guillén Zelaya: “No queremos pensar siquiera en las consecuencias de una lucha armada entre hermanos después de doce años de dictadura.

Pero esas fuerzas que condenaba desde México, para Alfonso Guillén Zelaya también tenían su expresión en la realidad centroamericana. En Nicaragua gobernaba otro dictador, quizá uno de los más sangrientos de todas las brutales dictaduras del siglo XX latinoamericano, la de Anastasio Somoza García. En Guatemala entre 1931 y 1944, la dictadura de Jorge Ubico también significó una gran entrega de la soberanía a los capitales extranjeros. En semejante época, gobernó El Salvador el dictador Maximiliano Hernández Martínez. En tanto que Tiburcio Carías Andino prolongó su poder desde 1933 hasta 1948.

En el exilio mexicano de Alfonso Guillén Zelaya, haciendo un análisis de la coyuntura internacional y de su relación con el rumbo que tomaban los acontecimientos en Centroamérica, apuntaba:

En el silencio y en la sombra los pueblos centroamericanos se agitan. Los dictadores advierten que crepita el andamiaje que sustenta su salvajismo, se alarman, amenazan, encarcelan y asesinan; pero desfallecen al darse cuenta de que las fuerzas que las minan continúan imperturbables laborando para derrumbarlos. Están allí, circundando su propio organismo, gastando sus centros viales y, sin embargo, no pueden localizarlas. Son fuerzas invisibles, movidas por la voluntad nacional. Por toda su obra realizada en México y para este país, así como para Centroamérica y Honduras, a favor de la paz del mundo, la obra de Alfonso Guillén Zelaya puede reconocerse como un aporte del pensamiento hondureño del siglo XX, pero también como una clara y nítida voz del exilio centroamericano en México.

En Honduras termina el régimen de Tiburcio Carias Andino en 1949, dos años después de la muerte en el exilio del poeta y pensador Alfonso Guillén Zelaya.

Con su muerte se cerraba un periodo de las ideas en Honduras. Guillén Zelaya fue sin duda un destacado pensador de un país latinoamericano muy vulnerable; pero no por ello sus ideas lo fueron. Por el contrario, su pensamiento sigue vivo y recordado a través de una propuesta de reflexión de la realidad nacional y mundial.

Su pensamiento fue esencialmente crítico, valor agregado a todo pensar filosófico que en nuestros días es necesario conocer y difundir, rescatar y valorar ese pensamiento crítico latinoamericano, requiere un ejercicio de la memoria en la historia de las ideas latinoamericanas.

Alfonso Guillén Zelaya es un pensador que en los inicios del siglo XXI hay que revalorarlo en una nueva dimensión.

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