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jueves, junio 19, 2025

¡Grito de guerra!

Los romanos tenían un grito de guerra muy singular para espantar a los enemigos, el “barritus”; imitaban el sonido de un elefante en estampida. El objetivo era infundir miedo, intimidar a los enemigos. Los relatos históricos lo describen como un rugido áspero que iba subiendo el tono cuando los soldados romanos ponían los escudos frente a sus bocas; lo hacían no los generales, ni los militares de alto rango, eso era tarea de los peones del tablero.

En lo que va del año, a nivel internacional hemos visto noticias de nuevos conflictos bélicos, como el de India y Pakistán; también los antiguos conflictos han escalado en la franja de Gaza entre Israel y Hamás. ¿Qué tan enterados estamos de lo que sucede en África? Algunas organizaciones humanitarias reclaman la falta de cobertura mediática a conflictos como el de Sudán, con millones de desplazados y refugiados, más de 100 mil fallecidos por causa de esta guerra civil que inició desde el año 2023. Es más conocida la guerra entre Ucrania y Rusia iniciada en forma de invasión en el año 2022.

El ser humano por naturaleza vive en conflicto, ya sea interno, con otras personas o entre pueblos. Esta naturaleza humana de autodestrucción y destrucción de otros puede ocurrir en cualquier parte. Incluyendo en los centros de trabajo, donde el canibalismo corporativo es una amenaza considerable para la sostenibilidad de las empresas. Muchos de estos conflictos pasan desapercibidos por los dueños o máximas autoridades. La competencia sin límite por avanzar en la carrera corporativa hace que muchas personas apuesten por jugar sucio o saltarse las reglas.

El liderazgo transformacional y los pacifistas no son bien vistos; lo que gana es el autoritarismo y la falta de respeto a la persona humana. Detrás de cada colaborador, hay una historia, una lucha, un deseo, una ilusión, pero con este sistema basado en el conflicto y la humillación se cumple la teoría darwiniana: el más débil se va o se subyuga al deseo de los malignos; ellos ganan generalmente, por un tiempo, claro está, luego llegará otro peor y lo reemplazará.

Afortunadamente, desde mis creencias, tenemos libre albedrío; podemos escoger ser buenos o tratar de serlo. En cada uno cohabita lo bueno y lo malo; no somos perfectos, pero sí perfectibles. La intensa competencia entre compañeros para obtener un ascenso, a veces perjudicando a otros, es parecida a las luchas geopolíticas, donde sobrevivir se vuelve la meta principal, sin importar los valores éticos y el daño a otros.

Los conflictos o la violencia no se limitan a los países, al ámbito de los negocios o las organizaciones; esto surge desde la propia familia, donde los padres y las madres se agreden física o verbalmente ante sus hijos e hijas, o cuando uno de los padres decide abandonar el hogar y dejar a los pequeños a merced de la pobreza. Hay muchos casos para enunciar, pero lo que menciono solo es con el ánimo de ilustrar.

Aunque hemos crecido en sociedades conflictivas, marcadas por la violencia, es nuestra responsabilidad seguir cultivando nuestras habilidades blandas, para lograr que por lo menos nuestro entorno sea mejor, que cuando lleguemos a una habitación oscura, nosotros seamos esa luz que tanto se necesita.

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