34.5 C
Honduras
sábado, mayo 18, 2024

ESTADO DE EXCEPCIÓN Y SATURACIONES SIN INTELIGENCIA POLICIAL

En mi vida, en esta época contemporánea, he visto muchos presidentes que han logrado llamar la atención del mundo, pero a ninguno como Nayib Bukele.

Rodrigo Duterte y Abdalá Bucaram, por ejemplo, pero por payasos. A Carlos Menem por sus políticas económicas suicidas. Sin duda Alberto Fujimori, Daniel Ortega, Augusto Pinochet y Fidel Castro, por sus sanguinarias tiranías, pero ninguno de esos ha querido ser imitado por sus fans, en cambio a Bukele incluso lo imploran como su presidente

En cuanto a Fidel Castro, sí hubo movimientos guerrilleros que quisieron llevar el sistema cubano a sus países; que quisieron convertirlos en una versión de Cuba, pero luego o entregaron las armas o se hicieron narcos, o cuando llegaron al poder se hicieron millonarios, como Ortega o los del FMLN en El Salvador. Típico de la izquierda: su odio contra los ricos no es otra cosa que una profunda envidia.

Hubo mandatarios civiles de derecha que causaron conmoción, pero tampoco tanto así que sus fans quisieran uno igual para sus países: Trump, Bolsonaro, Berlusconi, por citar unos ejemplos. Ni siquiera la derecha latinoamericana pro vida y anti diversidad sexual quisiera a los de VOX en sus países.

Por todo ello lo de Nayib Bukele es sorprendente: es una devoción mundial. En parte se entiende porque tiene un manejo fabuloso y efectivo de la comunicación (cada vídeo suyo para un clip de MTV), y la edición tanto en lo que dice (porque a él le cuesta articular las ideas) como en las imágenes, es genial.

Las pocas cosas buenas que hace las eleva al cielo y esto del combate a la delincuencia tiene al mundo llorando de emoción y rogando por uno igual.

En el caso hondureño me ha causado risa que hayan copiado el estado de excepción, sin saber ni una pizca de cómo lo ha manejado el Gobierno salvadoreño. Por eso tan pobres resultados.

Les voy a dar un ejemplo, solo para que vean la diferencia. En Nueva Concepción, la cabecera departamental del norteño Chalatenango (con un aire más rural que urbano), unos mareros mataron a un policía. Allá no sucedió como acá, es decir: una nota periodística, un mensaje luctuoso de algún señor con soles en sus hombreras, un discursito breve y lacónico de la presidente.

¡Para nada! Allá en El Salvador el presidente envió mil policías y quinientos militares a cercar la ciudad. Empezaron a escudriñar casa por casa, interrogaron a los pobladores, construyendo una base de datos, hicieron un mapeo y una gráfica de vinculación de integrantes.

El pueblo quedó varado, inmovilizado, pero valió la pena: no solo desbarataron la clica que gobernaba y sembraba terror y zozobra (50 güirros arrodillando toda una capital departamental), sino que dieron con los tres asesinos a quienes “hincaron” ante las cámaras y enseñaron sus rostros. ¿Cuánto tardaron? Horas.

La labor de saturación de colonias, y el mismo estado de excepción, si no se hace con base a un plan surgido de la inteligencia policial, no es entonces más que una burda mentira; una cortina de humo.

En San Pedro Sula, por ejemplo, hay dos colonias separadas solo por un bulevar. De un lado está la 18 del otro la MS-13. ¿Qué están haciendo las autoridades? Nada. Acá en Tegucigalpa, hace un par de años, en una colonia infestada de mareros, éstos sacaron a los policías corriendo, como niños perdidos, llorando, nerviosos, inconsolables. Era un absurdo total ver a los uniformados huyendo de las maras. ¿Regresaron las autoridades? Nunca, pero ni de chiste. ¿Esa es la Policía Nacional que tenemos? Y con el estado de excepción igual, ni se han acercado.

Los diarios serios cada cierto tiempo nos dan un mapeo de cómo Tegucigalpa y San Pedro Sula están divididas y gobernadas según el tipo de mara. Allí están los datos, ¿qué pasa que no hacen nada?

En la capital saturaron la colonia Villa Nueva al ver que la gente salía con su “chalmatero” huyendo de las maras, y aún siguen las muertes después de meses de presencia policial. Algo está pasando en la inteligencia policial que no funciona. ¿Qué es? ¿Qué pasa?

Saben perfectamente dónde están, quiénes mandan, dónde viven, cuál es su modus operandi. Los principales testigos están allí: los vecinos, también los colaboradores, los arrepentidos. Son barrios y colonias pequeñas. ¿Cuál es la dificultad para acabar con el crimen al mejor estilo como ha hecho Nayib Bukele?

A mí esta situación en verdad me angustia y decir estas cosas me da temor de salir a la calle, pero alguien tiene que poner el grito lo más alto que se pueda escuchar. Volvemos a ser una Medellín, pero ahora con pasos agigantados hacia convertirnos en un Puerto Príncipe.

A veces pienso que son los políticos hondureños los que quieren que la delincuencia siga. En sus campañas ya ni proponen acabar con la delincuencia. Hasta ellos tienen miedo de hablar mal de las maras.

 

- Publicidad -spot_img

Más en Opinión: