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domingo, mayo 5, 2024

Esas bellas y nunca aburridas pláticas

No hace mucho, en una reunión, repentinamente dije lo que alguna gente ya sabe: yo nunca tomo agua, hace más de 45 años que no tomo agua.

Uno de los participantes, con mucho conocimiento del tema, me dijo que el cuerpo humano es mayormente agua y que necesita constante hidratación.

En bebés y niños un 70 a 80 por ciento, adultos entre 50 y 65 por ciento y en ancianos un 50%.

Yo di como buena la respuesta, no tenía intenciones de discutir sobre esas cantidades, pero, repentinamente, me vino una idea a la cabeza la cual no pude dejar de expresar de inmediato y que logró que todos me vieran como si acabara de bajarme de un rapidito proveniente del asilo de locos.

Yo dije -y lo repito sin temor aquí- “el cuerpo humano no tiene una gota de agua, ni una sola”.

Risas, miradas burlonas “ahí va ese Otto con sus cosas”, etc.

Lo sostengo, el cuerpo humano no tiene ni una gota de agua, lo que tiene son líquidos, como la sangre, que están compuestos mayormente de agua, pero la sangre no es agua, es sangre.

Las lágrimas, saliva, sudor, orina, no son agua, son otra cosa.

Su composición química incluye agua, pero no son agua, repito.

A los que dudan o se están riendo les pregunto: ¿En qué parte del cuerpo usted corta y sale agua?

De ninguna parte sale agua, porque no tenemos agua, ¡son líquidos corporales, dije!

Nadie me dio la razón, a lo cual estoy acostumbrado, pero tampoco nadie tuvo un argumento que combatiera el mío.

Yo no tomo agua porque no la necesito, los líquidos que requiere mi cuerpo los obtengo de las cosas que como y bebo.

Cuando como una fruta no estoy tomando agua, son sus líquidos los que ingiero y que mi cuerpo analiza, selecciona y transforma, colocándolos en donde los necesita.

Este es el momento en que los detractores de costumbre empiezan a ver cómo contradicen mi argumento… como siempre ¡bienvenidos!

Tengo más de 45 años de no tomar agua. ¿Por qué? No me gusta su sabor, ya sé que nos han enseñado que no tiene sabor, pero están equivocados, sabe a agua, el agua sabe a agua.

Si no, ¿por qué razón cuando la leche está “aguada” lo detectamos de inmediato? Sabe a agua, decimos, lógicamente habiendo identificado el sabor del agua.

¿La sandía no sabe a nada entonces? Claro que sí, sabe a sandía y las guayabas a eso.

Pero, si hacemos fresco de sandía o guayaba (que es horrible) y se nos va la mano en el agua, también decimos que sabe a agua.

Excepción a la regla: cuando el café tiene mucha agua no sabe a agua, decimos que está ralo.

Tampoco muchos me creen que en todos mis años vividos (78) jamás me he enfermado de nada, esto es, jamás he tenido ninguna enfermedad ni he pasado un día en cama.

Claro que he padecido de algunas cosas, pero no enfermedades; me quebré una pierna, tuve piedras en el riñón y problemas dentales, pero esos no son enfermedades, son algo distinto.

Nadie se “enferma” cuando se quiebra un hueso, porque es una quebradura, no una enfermedad.

Tengo también muchos años de tomar diariamente una aspirina para niños, lo hago por dos razones: para prevenir coágulos que puedan provocar infartos o aneurismas y la segunda porque las llamadas “cardio aspirinas” son lo mismo y el triple de caras.

¿Me ha servido? No lo sé. No tengo manera de comparar con lo que hubiera sucedido de no haberlas tomado, pero lo cierto es que -hasta el momento- no he tenido ninguno de esos incidentes, todo por la disciplina de hacerlo y apenas a un tercio del costo de las carísimas mencionadas.

En medio de la plática, alguien tocó otro tema, dijo que China había lanzado la COVID-19 y reducir la población mundial, pudiera ser. Pero ellos están enfrentando un gran problema en ese aspecto, las parejas jóvenes no quieren tener hijos y eso va a afectar al país en el futuro, como ya ocurre con Japón y otros.

No van a tener suficiente gente para realizar todos los trabajos y tampoco para que compren las cosas que se producen.

Las campañas que ha desarrollado el gobierno para estimularlos no han funcionado, los jóvenes tienen miedo por el futuro, el alto costo de los hijos y, además, quieren disfrutar sus vidas sin complicaciones.

Muy linda la plática, especialmente porque no nos peleamos a muerte ya que evitamos los tres terribles temas: política, deportes y religión.

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