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sábado, mayo 4, 2024

El maestro de las estafas

Las aventuras de The Yellow Kid (El Chico Amarillo) jamás fueron llevadas a la pantalla en forma ordenada, según aparece en su biografía.

Pero, muchas de las películas sobre estafas están basadas en sus historias, relatadas por él con gran satisfacción, burlándose de la ingenuidad de sus víctimas, aunque en realidad son un ejemplo de hasta dónde puede llevar la ambición humana.

Todo aquél a quien se le propone un negocio que es demasiado bueno para ser cierto, puede estar casi seguro que en realidad no es otra cosa que un engaño y que la inversión que haga para obtener esas ganancias, posiblemente se transformará en pérdida.

El Kid fue un profundo conocedor de la mente humana y de su desmedida ambición lo cual aprovechó para “desplumar” a todo el que se le puso enfrente.

Antes de contar una de sus últimas aventuras, relataré lo que sucedió con dos hermanos (Bunker y Lamar Hunt), millonarios, herederos hace unos cuarenta años de una fortuna de más de cinco mil millones de dólares y que fueron considerados en su momento como las personas más ricas del mundo.

Sin tener suficiente con eso, creyeron que podían ser dueños del mercado mundial de la plata.

La idea era acaparar o poseer toda la producción e inventario de plata del mundo y, con eso, manejar el precio a su antojo.

En su momento, llegaron a controlar 200 millones de onzas de plata hasta que el mercado del metal demostró que esa cantidad no era suficiente para lograr sus propósitos.

Siempre había otros productores de plata, otros acaparadores que vendieron sus onzas en el momento oportuno y cuyo accionar tiró a los suelos su precio.

En solo un día, en lo que fue llamado el “jueves negro”, la pérdida fue de más de mil millones de dólares. Cuando entrevistaron a Bunker para que comentara sobre ese fracaso simplemente respondió “mil millones no son lo que solían ser”.

Al final llegó la bancarrota, los hermanos perdieron todo el capital heredado, el cual habían invertido en petróleo, maíz, una cadena de comidas rápidas y muchos negocios más.

Ambos terminaron viviendo en una modesta casa, casi en la miseria y trabajando como cajeros en un supermercado para poder sobrevivir.

La ambición fue la principal razón de su fracaso.

Esa historia -muy resumida por razones de espacio- suena más como la trama de una película de James Bond, donde los criminales, ya poseedores de gran riqueza y poder, intentan tener más, algo así como “el viejo sueño de todos, dominación mundial”.

Pero fue real, al igual que muchas otras.

Siempre he pensado en los narcotraficantes, el primer súper millonario se llama Carlos Lehder, que llegó a tener más de veinte mil millones de dólares y que purga cadena perpetua en los EUA.

Digo yo, cuando el hombre tenía unos cinco millones, ¿no era suficiente como para retirarse y llevar una vida tranquila y feliz?

Para qué más de un dinero que nunca podría gastar y que le llevaría a perder la libertad.

Pablo Escobar también amasó una inimaginable fortuna, dinero que nunca disfrutó en paz y que le condujo a morir acribillado como un perro.

¿Para qué tanto?

Aquí, en nuestro patio, tenemos ejemplos vivos de personas poderosas que han tenido todo y también perdido todo, especialmente la libertad y el respeto al nombre de su familia.

¿Para qué tanto dinero, para qué tanto poder?

Ambición humana, nada menos nada más.

El Kid publicó un anuncio en un periódico ofreciendo una forma de ganar dinero rápidamente, la receta sería enviada a cambio del simple pago de diez dólares.

Miles de personas enviaron los diez dólares y recibieron una respuesta real, válida, un mensaje en un pedazo de papel que decía: “Si quiere ganar dinero, ponga un anuncio como el mío”.

Nadie lo iba a demandar por diez dólares y los que lo hicieron perdieron el juicio ya que el Kid pudo demostrar que, con un anuncio así, en efecto se ganaba dinero.

En los próximos días se inicia el juicio de un hombre que lo tuvo todo: poder, riqueza, posición y notoriedad.

Un hombre inteligente, sumamente capaz sobre quien un amigo, al inicio de su carrera política, me dijo una frase que jamás olvidaré: “Llegará hasta donde le lleve su ambición”.

Veinte y tantos años después, sus palabras se volvieron realidad, la profecía visionaria sobre quien, en aquél tiempo era apenas un aspirante a diputado,

se cumplió de manera inexorable.

Él, como todos en el mundo, llegan hasta donde su ambición se los permite.

A veces muy arriba, a veces totalmente abajo.

Creo que la virtud más importante -en cualquier actividad de la vida- es saber retirarse a tiempo.

 

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