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martes, abril 23, 2024

El gato que cayó del cielo

Recientemente en Costa Rica fue condenado a dos años de cárcel el propietario (y asesino) de un gatito, el cual lanzó al suelo desde lo alto de un edificio de apartamentos, por injustificables razones.

Matar animales, domésticos o silvestres, debe ser condenado por la Ley y los responsables llevados a juicio, como sucedió con el dueño del gato en mención.

Pero qué sucede cuando el asesinato de un animal doméstico no se realiza en forma instantánea, violenta, si no que ocurre con el paso del tiempo, a vista y paciencia de autoridades y de muchos defensores de los animales?

Tal es el caso, el terrible caso, de los caballos que son enganchados de por vida a una carreta sobre la cual el propietario se transporta cómodamente mientras con una fusta dirige al pobre animal por las calles, arrastrando una pesada carga.

Son caballos condenados a una vida en esclavitud y a una muerte lenta, terrible.
Mal alimentados, peor cuidados, su único propósito de existir es ayudar a mantener a su dueño, que ha encontrado un medio de vida más o menos fácil con la dolorosa esclavitud.

Los caballos deben ser liberados! Deben retornar a la vida silvestre -o doméstica- pero como mascotas, como un perro o un gato, no como esclavos.

El caballo como medio de transporte -o carga- estaba justificado en la antigüedad, pero con la llegada de las máquinas, empezando por la bicicleta, su esclavitud ya no se justifica.

Un gato tarda pocos segundos en caer de un octavo piso y encontrar la muerte instantánea al estrellarse contra el suelo; la agonía de un caballo amarrado de por vida a una carreta puede durar ocho o más años.

Pero es lo mismo, ambos son asesinados por su dueño, esa práctica debe prohibirse de inmediato.

Es más, hay algunos que se dedican a la crianza de caballos para subirse a sus espaldas y practicar un “deporte”.

Tal es el caso de la equitación y otros como caballos de paso y lujo. 

También son esclavos, desde luego mejor cuidados pues eso es lo que conviene a su amo, es una esclavitud de lujo, pero esclavitud de todas maneras.

Vestidos de vaquero norteamericano o de españoletes, hombres y algunas mujeres, salen a las calles a desfilar exhibiendo a los animales sobre cuyas espaldas se transportan. 

Sería bueno que, por una vez en la vida y de alguna manera existiera la forma de montar a un caballo sobre las espaldas de un hombre; creo que ahí terminaría toda esa estupidez.

Esas mujeres, que se lucen sobre los pobres animales, son las mismas que han desarrollado campañas condenando el uso de abrigos de pieles, por la crueldad contra los visones y otras especies.

¿Cuál es la diferencia entre los dos -caballo y visón?  No la hay, es lo mismo.

Son animales destinados al lujo estúpido por parte de sus dueños, a uno lo matan para quitarle la piel y al otro lentamente montando sobre sus espaldas sus cuerpos, generalmente con sobre peso.

Igual sucede con las corridas de toros. En algunos países la “faena” termina con la muerte del pobre animal. En otros existen “valientes” que los montan. ¿Creerán que a los toros les gusta? Nada más hay que ver cómo luchan desesperadamente tratando de quitarse de sus espaldas al intruso.

¿Cuánto tiempo y cuántos animales sacrificados se necesitarán para lograr la liberación de esos esclavos?

¿Habrá alguna otra voz que se levante demandando piedad?

¿Vamos más adelante?

Los zoológicos no son otra cosa que cárceles en las que se exhiben animales prisioneros, para beneficio económico de sus dueños.

Un león, tigre o una pobre jirafa, permanecerán toda su vida enjaulados sin ninguna esperanza de tener una vida normal.

Por un momento pensemos en lo opuesto; qué tal que uno de nosotros cayera prisionero de alguna especie diferente que nos colocara en exhibición para su lucro y diversión (como los han presentado algunas veces en el cine, en las muchas variantes de “El Planeta de los Simios”.

Los zoológicos – públicos y privados- deben ser eliminados del todo, para siempre.

¿Dónde aprenderán los niños sobre los animales?

En el mismo lugar en donde aprenden sobre lo que sucede en el fondo del mar. Ninguno jamás se convertirá en buzo, pero todos pueden ver la vida submarina, el asunto es el mismo.

Tampoco ninguno jamás verá en persona a un dinosaurio, no obstante la mayoría los conocen.

Liberemos a los animales de la esclavitud y de una muerte lenta.

Empecemos con los caballos y las carretas, pero hagámoslo ya!

 

Por Otto Martin Wolf
[email protected]

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