Los incendios recientes en el sur de California son devastadores, las consecuencias materiales y emocionales que genera en las personas que han perdido sus hogares es enorme.
Las pérdidas económicas estimadas son entre 135 y 150 mil millones de dólares según AccuWeather.
Se han reportado 24 pérdidas humanas, más de 200,000 acres de bosque consumidas (equivale aproximadamente a 113,377 estadios de fútbol) junto a la flora y fauna que ahí habita.
Aunque las negacioncitas del cambio climático no lo acepten, hay evidencias que demuestran que este juega un papel importante en los incendios forestales, los científicos argumentan que el calentamiento global hace que los incendios sean más voraces y letales. Sumado a esto, la falta de planificación para prevenir y mantener alerta a los ciudadanos sobre este peligro eminente.
Para controlar el fuego, se precisa de agua, en los últimos años el Sur de California ha enfrentado sequias que han agravado la crisis para acceder a este vital líquido.
Durante estos incendios se han usado millones de litros de agua, los hidrantes usados por los bomberos rápidamente estaban desabastecidos, volviendo aún más caótico el panorama.
Aunque más de 14 mil efectivos trabajan día y noche para contener las llamas, los fuertes vientos, la sequía persistente y el aire seco continúan alimentando el peligro.
En muchos barrios afectados, los bomberos se enfrentaron a hidrantes secos o con suministro insuficiente, lo que ralentizó los esfuerzos para sofocar el fuego y permitió
que las llamas se propagaran sin control.
En países como Honduras, estamos acostumbrados a que cada año los incendios forestales
consuman miles de hectáreas de bosque, estos son provocados en su mayoría por personas, pirómanos, muchas veces con el objetivo de eliminar bosque para expandir tierras para ganadería y agricultura, pero generalmente no afectan las zonas urbanas.
En cambio, lo que ocurre en el condado de Los Ángeles es alarmante, vecindarios completos se han visto reducidos a cenizas, las imágenes son apocalípticas.
Al ver las noticias que provienen de un país de primer mundo, lo primero que uno se imagina es que la mayoría de estas propiedades están cubiertas por pólizas de seguros.
Desafortunadamente, para miles de habitantes del área afectada no es así. El tema de los incendios forestales ha sido recurrente en la última década en California, por lo que algunas aseguradoras ya habían anunciado a sus afiliados que cancelarían pólizas de seguros a los que vivían en zonas de alto riesgo por incendios forestales o de incendios tras terremotos.
De modo, que la mayoría de personas afectadas por estos incendios lo han perdido todo y será muy complicado para ellos reconstruir sus casas y negocios.
El panorama es bastante desolador, se asemeja más a los avatares del tercer mundo.
California es uno de los estados más ricos de los Estados Unidos, se considera una potencia nacional y mundial, representa alrededor el 14% de PIB nacional.
Al parecer sus políticas para contrarrestar el cambio climático no son suficientes, requieren poner más atención a esta amenaza latente. Si se independizara de los Estados Unidos sería la quinta potencia económica del planeta.
Las críticas hacia los tomadores de decisión son fuertes. Los ciudadanos están exigiendo mayor control de los códigos de construcción, enfatizando que se debe fomentar el uso de materiales resistentes al fuego.
Se plantea la reforestación estratégica para establecer barreras naturales que frenen la propagación de incendios.
Garantizar un suministro adecuado de agua en los hidrantes, con inspecciones y mantenimiento regulares. La comunidad debe estar mejor preparada para responder de manera eficaz ante emergencias.
Lo que sucedió en el sur de California debería ser un llamado para el resto del mundo, para evitar que situaciones como estas sigan ocurriendo.
Si bien es cierto, muchos medios de comunicación han puesto su atención en las mansiones de los ricos y famosos, la realidad es que la mayoría de las personas afectadas tienen ingresos medios y han perdido todo y no cuentan con una póliza de seguro contra incendios.