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jueves, abril 25, 2024

E-EVOLUCIÓN: Necesidades básicas insatisfechas

Desde tiempos primitivos el ser humano ha tenido que suplir sus necesidades más elementales como ser alimentos, agua y techo. Sin estos elementos su vida está en riesgo, la desnutrición debilita la salud, el sistema inmunológico está vulnerable a las enfermedades. La falta de agua ocasiona debilidad y otras más grave como la insuficiencia renal. No contar con una casa o un lugar adecuado para vivir, hace a las personas todavía más vulnerables, disminuye sus oportunidades y calidad de vida.

Tomando como referencia la “Jerarquía de necesidades”, creada por el psicólogo Abraham Maslow, la carencia de los elementos que conforman la base de la pirámide tiene un impacto en la salud mental. La incertidumbre de no saber cómo sobrevivirá en las próximas horas o al día siguiente, provoca cuadros depresivos, incrementa la ansiedad, impactando también las habilidades cognitivas y de memoria indispensables en el proceso de enseñanza-aprendizaje.

Según datos de las Naciones Unidas (2020), en el mundo alrededor 150 millones de personas viven en pobreza extrema lo que los hace más vulnerables a vivir en la calle. Estos datos son estimaciones y podría ser más los casos. En Honduras se estima que el 53% de la población vive en pobreza extrema (INE, 2022).

En el país, las estadísticas no son manejadas con precisión, pero se calcula que alrededor de 15 mil niños y niñas viven en la calle. Solo en la ciudad de San Pedro Sula, podemos observar que en cada semáforo hay grupos de niños y niñas pidiendo dinero, algunos a cambios ofrecen limpiar los vidrios de los vehículos.

La niñez está ahí, vulnerable deambulando por las calles y avenidas, como que si fueran invisibles ante las autoridades responsables de velar por ellos. Están doblemente abandonados, por sus familias y por un Estado insensible que se encarga de mantener con los impuestos y donaciones que recibe el país instituciones que no cumplen su función a cabalidad.

Las instituciones municipales deberían ser más proactivas ante la situación de vulnerabilidad de la niñez, los organismos no gubernamentales, incluyendo las iglesias, sin importar la denominación. Hasta en los países desarrollado se cuentan con este tipo de apoyo, pero aquí que tanto se necesita, hay quienes desconociendo o aun conociendo la terrible situación argumentan que están así porque no quieren trabajar. Por ello, cabe la pregunta ¿Cuándo la ciudad contará con un comedor público permanente, para atender la necesidad básica de la alimentación de los sin techo?

Las personas que ya han cumplido los cinco niveles de la jerarquía de la pirámide de Maslow, anda con demasiada prisa por la auto-realización que no se detiene a reflexionar en aquellos que se quedaron en el primer nivel jerárquico. No todos han tenido, ni tendrán la oportunidad de lograr ni siquiera lo básico, si no reciben apoyo.

La estigmatización de la pobreza y del pobre, vuelven a muchas personas privilegiadas insensibles, también en parte esto se puede deber a que ellos han acumulado su riqueza, muchas veces por la vía de la corrupción, lavado de activos, explotación laboral, evasión de impuestos, oportunismo, así que estamos ante un escenario bastante complejo.

Es frecuente siempre ver a las mismas personas y/o empresas apoyando las causas sociales, impulsadas muchas veces por sus creencias religiosas y los valores que les inculcaron sus padres. Ignorar la situación que viven las personas sin techo, no desaparece el problema, se debe accionar por parte de los entes del gobierno nacional y local; este problema debe estar incluido de manera permanente en las metas que impulsen reducir la desigualdad y exclusión social.

Mirna Isabel Rivera
[email protected]

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