Ciertamente, podemos hacernos alguna idea de alguien observando su carrito de compras en el supermercado, sobre todo con lo que lleva para comer. Pero, ¿es cierto esto de que somos lo que comemos? En cierta manera sí, ya que esto puede determinar nuestro bienestar en general, incluyendo nuestro estado de ánimo. La verdad es que los estudios realizados al respecto son fascinantes, además de súper útiles e interesantes porque, ¿a qué persona que esté trabajando en estar bien no va a interesarle saber que lo que está planeando desayunar va a afectar la manera en que se sentirá el resto del día?, por ejemplo. Numerosas investigaciones han descubierto que una dieta baja en hidratos de carbono tiene efectos nocivos en nuestro estado de ánimo, y tiene sentido si entendemos que los carbohidratos son una de nuestras principales fuentes de energía. Siendo así, nos aseguraremos de que los cereales, el pan y la avena (la cual además disminuye los niveles de colesterol y azúcar en la sangre y las probabilidades de cáncer gracias a sus fitoquímicos), estén presentes en las primeras horas del día. No nos excederemos con las grasas que, aparte de ser dañinas, al final nos dejan una desagradable sensación de llenura y malestar.
La serotonina, la ya tan conocida hormona del placer y del buen humor, se activa en nuestro cerebro cuando comemos alimentos ricos en vitamina B, B-13 y Omega-3. Aquí podría estar la explicación a tanta alegría en la gente que vive cerca del mar, ese espíritu puede deberse entre otras cosas, a su regular ingesta de pescado. El salmón, sobre todo, hace maravillas en nuestro organismo. El plátano con su alto contenido de magnesio que ayuda a bajar los niveles de ansiedad es también un gran aliado, igual si tomamos en cuenta su alto contenido de vitamina B6 y potasio, potenciadores por excelencia de serotonina y que esta riquísima fruta ayuda a que podamos dormir mejor lo cual es esencial para nuestro buen funcionamiento. Los italianos también son personas encantadoras podría decirse, su dieta se compone mayormente de pastas, éstas contienen mucha vitamina B e hidratos de carbono lo cual se traduce en la disminución de los estados de angustia, una gran cantidad de energía y poca cantidad de grasa. Y para cerrar con broche de oro, mi favorito: el chocolate. Conozco tanta gente que le teme o, peor aún, a la que no le gusta y pienso que no saben de lo que se pierden porque el chocolate, además de su increíble sabor (e historia) también tiene la capacidad de incrementar los niveles de triptófano los cuales a su vez tienen el poder de aumentar la serotonina en nuestro sistema o sea que… ¡nos hace muy felices!
Creo que terminaremos aceptando que sí, que somos lo que comemos y que por lo tanto es importantísimo poner atención a lo que le estamos ofreciendo a nuestro cuerpo y a nuestro invaluable cerebro. Bien lo dice Virginia Wolf, una de las más importantes novelistas del siglo XX: “Uno no puede pensar bien, dormir bien, amar bien, si no ha comido bien”.
