Mucho se ha hablado en fecha reciente del cuidado que debemos tener con el adoctrinamiento de nuestros jóvenes. Es de conocerse por todos nosotros que, siempre existen grupos que desean imponer sus ideas y creencias, de manera sistemática y casi robótica, para asegurar en la mayoría de los casos obediencia y sumisión.
Qué fácil sería si esto realmente funcionara así. Y en mis años de consultoría y trabajo con equipos de voluntariados, empresas y hasta deportes, sé que esto no es para nada real, tanto como el que impone la doctrina quisiera. Si fuera así de fácil, ya quisiera se impusiera la doctrina de dar un buen servicio al cliente en las empresas. Y que, de manera obligatoria se pudiera atender bien a los clientes.
¿Qué hay de las familias? Si fuera impositivo el respeto a los padres, o a algunos valores, si fuera tan fácil como imprimir un libro y obligarlo a leerlo, muchos de los problemas de nuestra sociedad serían resueltos. Yo me inventaría un libro que adoctrine a tener alta estima, pensamientos de grandeza y creer que de verdad somos una potencia mundial.
Amigos eso es imposible. El verdadero adoctrinamiento es la influencia. Si no hay influencia, si no hay suficiente persuasión, la gente termina revelándose. ¿Por qué? Porque nunca creyó en lo que Ud. Estaba diciendo. Ahora bien, esa influencia si puede ser programada y sistemática y no necesitamos leer algo para que ocurra. Lo podemos ver en el entretenimiento de hoy en día.
Goebbels, el ministro de propaganda de los nazis, entendía esto. Y por eso adoctrinaba de manera persuasiva, nunca a la fuerza, llegando a tener el control de medios de comunicación masivos, películas, discursos y por supuesto la lectura. Si pudiéramos traducir esa agenda a nuestros días, lo veríamos en influencies, Hollywood, noticieros, todas las redes sociales y juegos de video, y eventos.
La diferencia de ellos es que lejos de tener un verdadero pensamiento crítico, se visten de que cuestionan las cosas, dando las respuestas a su favor. O como se dice popularmente “Jalando agua para su molino”. ¿Qué hacer frente a ello? Si de verdad quiere el rescate de sus jóvenes, ante tanta opinión e ideología rondando, haga de su núcleo familiar el centro de validación de lo que es correcto e incorrecto. Un lugar seguro donde se pueda cuestionar lo que se vio en relación con los valores que se tienen (Muy importante tener valores).
Ahora bien, si usted no tiene límites, valores o parámetros. Seguramente no tendrá argumentos para rebatir cosas que no considere correctas. Es decir, va aceptar toda cosas que le parezca bueno o de moda, o que todos lo están haciendo, sin medir consecuencias, pues no tiene valores para medirlos. Puedo resumirle la idea expuesta en esta columna de esta manera: La influencia es mucho más peligrosa, que un adoctrinamiento forzado.
Pregúnteles a las maras. Son sumamente persuasivos con los jóvenes. Si queremos una sociedad diferente, debemos de ser una voz en contraste a lo negativo que se escuche, y disponernos a influenciar positivamente a las personas que tenemos a nuestro alrededor. Sea una voz, no un eco.
Sea influencia con su ejemplo de todas las cosas buenas, y tenga una mente de acero, forjada en los buenos principios y valores, para que, cuando vengan esas oleadas de pensamientos extraños, nuestra mente esté enfocada, segura y rechace sin poner duda, todas esas cosas raras que nos quieren inculcar. ¡Sea una voz! ¡Sea una influencia positiva! Y sobre todo, sea coherente, cuando predique con el ejemplo.