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viernes, abril 26, 2024

Cuento viejo

Los daños ambientales en nuestra ciudad no son cosas nuevas. Hoy nos tiramos de los cabellos y nos rasgamos las vestiduras, por lo menos, aparentemente, al pretender aplicar la ley en un caso muy sonado de una urbanización al noroeste de San Pedro Sula. Nuestra ciudad (así les llamamos a los centros poblacionales relativamente grandes en nuestro país) carece de muchas cosas como la prometida planta de tratamiento de aguas residuales, que son altamente tóxicas y que se desplazan impunemente hasta pasar alegremente frente al aeropuerto dando el primer golpe de mal olor y pestilencia a los turistas que nos visitan. No hay visión, pero sí dejadez para que las cosas sigan tal como están y como una serpiente cascabel, se oye la sonaja, pero la cabeza está en otro lado.

Y los daños a las cuencas recolectoras de agua en nuestra montaña de El Merendón, donde incluso se ha “deslegislado” para subir la cota para permisos de construcción y allí se han ido a insertar tremendas mansiones, edificaciones y nadie dijo ni dice nada causando daños enormes e irreversibles a nuestro ecosistema. Esto sin mencionar una serie de edificaciones y descombros realizados en “la parte de atrás”, es decir, al otro lado, donde no se aprecia desde nuestra ubicación en El Merendón.

Otro daño ambiental es en sí en los bordos de los ríos, que si bien los pobladores que están allí tienen derecho a la dignidad de un techo, simplemente la dejadez municipal también está haciendo quizá tanto o más daño que lo que ha hecho ese proyecto antes mencionado ya que es año tras año, sistemáticamente donde se van incluso construyendo negocios e incluso iglesias en las zonas llamadas “non-aedificandi”, o zonas prohibidas para construir por el Plan de Desarrollo Urbano, llevándose además, de encuentro, las intocables áreas verdes, medianas, jardines lineales y demás.

Aparte de ello la contaminación sónica en los negocios de las zonas comerciales, carretas de verduras, carros que compran chatarras, antros cerca de las escuelas, quemas de basura en barrios y colonias, es decir, es un desorden al que nadie quiere entrarle ya que no es fácil –lo reconocemos- pero si acaso anduvieron en campañas para ser electos, pues que demuestren que se traían las soluciones y más bien dentro de alcaldía se han dedicado a pelear y dejar de lado lo que más importa, haciendo “el mate” desquitándose con unos para justificar a los otros.

El problema ambiental en nuestra ciudad no solo es de los relajos que se arman en algunos centros de diversión, es un asunto más profundo, más complejo, pero son pocos los especialistas en el tema que participan en los procesos de corregir todo eso y además la ciudadanía que no colabora teniendo con ello la tormenta perfecta. Ojalá que ese caso de la urbanización se resuelva en legal y debida forma, que se ponga orden ya que esas cosas no son nada nuevo.

EditorialCuento viejo

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