Hoy, sentado en la pulpe, entre esperando turno a que me despacharan y escuchando la tertulia de los que llegan, pues, ¿qué les digo?, se vino a sentar a la banca uno de los personajes más peculiares, solo conocido como “Toronja”, el loco del barrio pues. Todos los barrios y pueblos tienen uno, ya saben, son los personajes que se les ve caminando sin rumbo, a veces con tertulias interminables entre ellos mismos o jalando cualquier instrumento mágico para ellos.
Buenas tardes, me dijo al sentarse frente a mí, con ojos chisporroteando locura, como luceros en las noches frescas. Y sin ser invitado me dijo, mire, cada día vamos peor, me dijo de “romplón”, cada día estamos más diluidos, yo lo admito, no pude obviar la frase, creo que me vio mi interés, aunque estuviera haciéndome el desinteresado con la esperanza que se marchara, todos los humanos les tenemos miedo a las culebras y los locos lo admito, llámenme lo que quieran, pero es la verdad políticamente incorrecta, supongo, pero es la verdad. Pero vio mi interés y con inteligencia felina se abalanzó sobre mi inocente curiosidad, cabal como un gato al ratoncito que pasa. Sí, me dijo muy serio, aquí cada día vamos más diluidos, si lo sabré yo, me dijo, que camino esas calles a diario, si veo lo que veo, si oigo lo que oigo y si siento lo que siento, que, por cierto, pareciera que ustedes no. Ya días me clavaron el loco de aquí, la verdad ya me acostumbré, dijo riendo, pero lo que sí no he sido es el tonto de aquí, que son cosas distintas. Solo mire, me dijo, esos mares de gente sin chamba, cada día veo más banderas en las calles, cada día más apagones, ni se diga de los enfermos, un chorro de velas he visto en el barrio, pero lo que más me preocupa es que he visto más raleado el mar de gente que sale bañadita a buscar vida en sus trabajos, son más poquitos. Hasta yo me he visto afectado, ya ni ofrecen para el buche como antes, fíjese. No, si la cosa está fea hasta para el loco del pueblo, si la cosa está más diluida.
Hasta veo a veces en la tele o leo entre uno y otro periódico que rueda en las esquinas, que solo son huelgas y descalabros, ganas de llorar me dan, de ver los que, se supone que dirigen, peleándose entre ellos, por ver quién queda en la guayaba y por más que hacen para que no se les note, se ve clarito que todo el relajo es solo para su beneficio, hasta les brillan los ojos de codicia, recalcó, ni se diga de los que mandan, se les ve que sus intereses son otros, su familión, sus aliados, los esclavos, como dicen, o los de la isla, los de oriente o saber el Altísimo quién, pero menos los de aquí eso sí hemos visto, hasta he visto la chorrera de nuevos poderosos echándole la culpa al pasado, sin hacer nada para el presente, para que podamos vivir en el futuro como queremos, si eso fuera la solución mágica, echarle la culpa a las aguas que ya pasaron, que no fueron buenas es cierto, pero que saludes dejaron.
Nambe, hasta vi un señor militar, con uniforme y dignidad, se supone, hablar cosas que no debe, cosas que no son correctas, hablarlas o que no le tocan a él, a veces es mejor callarse, pienso yo, pero cada quien ¿verdad? Nambe compa, si hasta yo entiendo que un país se tiene que manejar como una empresa, ordenado, con departamentos y con gerentes que lo ordenen y todo, cabal como una empresa, vaya a ver si en las empresas, ¿a un gerente que no da bola lo van a chinear? Lo mandan a freír monos a la Mosca, rapidito si no se aviva, pues aquí así deberíamos de hacer, si todos y todas, y yo incluído, somos los que mandamos y deberíamos exigir que todo funcione, que el proceso funcione, pero nada que se hace, la gente está dormida o tal vez solo se nos olvidó quién manda ¿vaa? ¿Y después dicen que el loco soy yo?, me dijo con su mirada chisporroteante, riendo algo irónico.
Aquí, señorón, lo que ocupamos es que la gente abra los ojos, que sean menos egoístas con el prójimo y más solidarios con el prójimo, pero es difícil, la verdad, me dijo, ser patriota, si los güirros le piden de comer a uno todos los días y el pisto no ajusta, por eso creo que somos así, usan el hambre los que mandan para tenernos queditos, con el miedo de ni llevar ni una tortilla a la mesa, muchos callan, se contentan de comer salteado, es que el hambre es perra Don, ¡no lo sabré yo! Tal vez sea eso va, la causa que seamos así.
Pero que se tiene que hacer, se tiene que hacer, tenemos que cambiar, porque si no, seguiremos diluyéndonos, seguiremos desapareciendo, como esos perfumes que quedan en un cuarto cuando alguien oloroso estuvo allí y al ratito ya apenas se sienten, así vamos a quedar, solo siendo un recuerdo del olor de lo que fuimos o un tufo tal vez, allí no sé cómo mirarán ¿vaa?
Y sin más, se levantó de la banca y empezó un monólogo de esos o capaz que una tertulia en su mundo, pero antes de marcharse con el calor, se volvió y me dijo serio, a veces ser el loco del barrio tiene sus ventajas, porque se le despeja el seso a uno, uno aprende solo observando, uno aprende y comprende, y nadie lo molesta en el proceso, ¡esa es la ventaja de esta locura muy cuerda!