32.6 C
Honduras
lunes, abril 29, 2024

Un nuevo rumbo para la humanidad

Dejé de escribir novelas hace tiempo ya. Miles de ideas siempre quedaron dando vuelta en la mente, pero, sinceramente, es demasiado lento el proceso de escribirlas hasta verlas publicadas, así que me dediqué a escritos que puedan ser leídos en cinco minutos o menos.

Deporte, política, farándula, historia, ideas locas, es más fácil tocar todo tema en entregas cortas, se cubren más temas y más rápidamente.

Hace un par de semanas publiqué un relato de ciencia ficción para leer en ese límite de tiempo.

La gran acogida por un grupo de lectores me obliga a escribir esta secuela, de la cual ya he gastado cerca de 15 segundos del tiempo límite que me he fijado.

Recordemos: Un explorador de cavernas encontró un objeto luminoso de cinco puntas, inmaterial pero capaz de ser sostenido entre las manos por algún sistema incomprensible para nosotros.

A raíz de eso escribió una novela titulada “Antes que nosotros”, la cual fue mundialmente exitosa; esta es la continuación.

¿El tema de la novela? Mucho antes de que existieran los dinosaurios, mucho más tiempo atrás, un par de miles de millones de años, floreció otra civilización que logró llegar mucho más lejos que nosotros, en todos los campos. Ciencia, viajes espaciales, sociedad justamente organizada, etc.

Mencioné que esa civilización (no seres humanos, que conste) había logrado la creación de máquinas increíbles, como una superior a la rueda que podía desplazarse sobre cualquier terreno sin costo energético, utilizando la fuerza de gravedad terrestre. También diseñaron mecanismos para extraer energía de la luz de distantes estrellas, para ellos más barata que la nuestro cercano Sol.

Aprendieron a alimentarse prácticamente del aire, sus grandes fábricas de alimentos lanzaban a la atmósfera los abundantes nutrientes para que todos tuvieran lo necesario para una vida cómoda, sana y placentera. El resto, la que no era aprovechada, simplemente caía al suelo y servía para producir nuevas fuentes de energía, así como fertilizar la tierra, incluyendo los más áridos desiertos, los cuales desaparecieron en el curso de apenas dos o tres de sus generaciones, cada una de las cuales tenía una duración de unos seiscientos años de los nuestros.

Al igual que la alimentación, todas las otras necesidades fueron cubiertas por las organizaciones sociales.

Quiere eso decir que los motivos para la guerra fueron eliminados en esa casi perfecta sociedad.

Educación, entretenimiento, investigación y viajes espaciales.

En esta área llegaron lejos, muy lejos.

La energía para movilizar las naves, así como el alimento para los viajeros, provenía de la luz de las estrellas, que todo el tiempo ejercieron un atractivo enorme para ellos.

Siempre sintieron la necesidad imperiosa de viajar al espacio y hacia las estrellas.

La presión del público para que el autor describiera cómo eran físicamente esos seres extraordinarios le obligó a regresar a la caverna en busca del objeto; fuente de luz y de inspiración.

Lo que encontró fue más sorprendente que todo lo mencionado.

No eran humanos, tampoco nada que pudiera reflejar algún parecido con cualquier otra especie animal existente, tampoco vegetal o mineral.

Para describirla -aunque rudimentariamente- tuvo que decir que se trató algo como una forma de vida híbrida, si se puede utilizar esa palabra, ya que eran mucho más que la mezcla de dos o más especies, aunque su forma física permanecía aún en el misterio.

Esa desaparecida civilización era la unión de todo lo existente en el planeta, toda forma de vida, todos los minerales, gases, realmente todos los elementos, incluyendo el fuego del centro de la Tierra cuando sale a la superficie, así como la luz y energía del Sol.

Su propia formación les permitía asimilar e integrar a su especie todos los elementos que encontraban en el camino, minerales exóticos, cometas y asteroides, otras fuentes de energía, otras formas de vida.

Planetas, otras civilizaciones, sistemas solares, inclusive galaxias, todo lo que encontraban a su paso era casi inmediatamente asimilado y voluntariamente convertido en “uno de ellos”.

No se trataba de invasores o conquistadores, no en el sentido que los humanos damos a esos términos, era más bien una integración, como si todos en el universo hubieran estado esperando ansiosamente y celebrando su llegada.

Cada paso, cada sistema que integraban se convertía, a su vez, en nuevos viajeros, nuevos exploradores, extendiendo su alcance cada vez más y más lejos.

¿Qué sucedió con ellos? ¿Cómo algo tan perfecto desapareció sin dejar otra pista que esa extraña fuente de luz e información?

Requeriría otra visita, un nuevo contacto en aquella vieja caverna, para saber qué ocurrió con ellos o, para decirlo más precisamente, con “eso”.

El autor de ese autor (yo) tratará de encontrar alguna idea que pueda resolver el misterio y, con eso, completar la trilogía de ciencia ficción para leer en menos de cinco minutos o menos.

Espero que nos veamos pronto.

Por Otto Martin Wolf
[email protected]

- Publicidad -spot_img

Más en Opinión: