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lunes, mayo 20, 2024

Un constante predicamento

Llegar a un consenso con uno mismo nunca ha sido fácil, la pelea entre lo que queremos hacer y lo que debemos, está presente casi a diario y casi ni nos damos cuenta. En cada decisión que debemos hacer, así sea la más simple e insignificante, nuestra mente pugna por una cosa y nuestro instinto por otra. Por esto, esas raras veces en que ambos están de acuerdo, uno se siente de maravilla.

Pongamos por ejemplo esas nuestras diminutas elecciones diarias; ¿desayuno o no? El instinto dice si, la mente puede decir que no hay tiempo. ¿Seguir por el camino transitado hacia el trabajo o tomar aquel atajo solitario? ¿Poner gasolina ahorita o más tarde? La intuición opta por las dos primeras, pero la mente puede seguir pensando en el tiempo y los contratiempos. ¿Mandamos los correos pendientes en la oficina, hacemos la tarea atrasada de la universidad, nos hacemos de la ropa sucia acumulada? Probablemente sentiremos la inclinación a hacerlo, pero la cabeza puede decidir que hay cosas más urgentes. ¿Enviar el mensaje de cumpleaños o no? La mente dice que esta persona nunca se acuerda del nuestro, pero una corazonada nos advierte que nada bueno sale de ser vengativo y que ya que nos acordamos de la fecha pues…

Ahora pensemos en decisiones más complicadas y serias que debemos tomar; ¿Irnos del lugar donde vivimos y comenzar una nueva vida, o quedarnos? Nuestro cerebro emocional nos dirá que no vayamos a ningún lado, nuestro cerebro pensante podría decir que lo mejor es zarpar. ¿Asistir a esa cita con esa persona de nuestro pasado a la que hace tantísimo tiempo no vemos, o no? Nuestras emociones quizás desbordadas darán el si de inmediato pero nuestros pensamientos pueden ver esta cita como una mala idea. Arriesgamos en un negocio, adoptamos al perrito, compramos la casa o mejor no. Este tipo de resoluciones no son fáciles de tomar por muchas razones y una de ellas es eso, que nuestro corazón y nuestro intelecto viven en un desacuerdo total.
Entonces, nos dormimos o nos desvelamos, comemos sano o lo olvidamos, vamos o nos quedamos, llamamos o no llamamos, ¿atendemos o ignoramos?

Para las decisiones importantes, esas en las hay que muchas cosas están en juego, sugiero tomar una hoja en blanco, escribir en el lado izquierdo todas las ventajas que encontramos al dar ese paso y en el lado derecho las desventajas, todo lo que seguramente puede salir mal al hacer ese movimiento. Eso puede ayudarnos a despejar la mente, y si mientras escribimos nos aseguramos de respirar despacio, estimularemos la oxigenación cerebral y las ideas nos llegarán con mayor claridad.

Las pequeñas cosas de todos los días como bien dice la señora Amanda Miguel, yo se las dejaría todas a los instintos. En nuestros antepasados, en el hombre cavernícola, el área ejecutiva del pensamiento no estaba desarrollada, por lo que ellos necesitaron guiarse mayormente por lo que sentían y claramente les fue muy bien, si no, nosotros no habríamos alcanzado a estar aquí, ahora. Esa parte poco evolucionada sigue en nosotros y es la que muchas veces nos ha salvado de meternos en líos, claro… cuando nos hemos tomado el tiempo de escucharla.

Emy James
Emy James
Emy James, psicóloga y Máster en Educación, escritora a nivel profesional. Trabaja en teatro y radio y es también docente.
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