Hace tres décadas inició un emprendimiento que le generó el sustento para sus ocho hijos y salvar su casa de una hipoteca.
Con su peculiar cabello largo y sus coloridas camisas, don Ramón Ángel Mejía, realiza su venta de agua en la popular zona de las Rebajas de Don Juan en San Pedro Sula.
Todos los días Don Ramón inicia su jornada de trabajo desde las ocho de la mañana, ofreciendo bolsitas de agua a todos pasajeros de las diferentes rutas que hacen su parada obligatoria en dicha zona.
Los ayudantes y motoristas están ya familiarizados con él, pues a diario les ofrece el vital líquido para que se refresquen.
Según contó en exclusiva para Diario El País, este emprendimiento lo inició hace más de treinta años, y le ha dado lo suficiente para poder darle el estudio a sus ocho hijos.
Aunque ahora hay más personas vendiendo el mismo producto, Don Ramón sigue abriéndose paso en la zona. En un día bueno, llega a vender hasta 45 paquetes de bolsas con agua. No obstante, en los tiempos de lluvia, las ventas disminuyen, manifiesta.
Afirma que nunca ha tenido problemas durante sus años de trabajo; no obstante, revela que no falta alguna persona que sienta envidia de lo que ha logrado.
“Dios ha estado conmigo y con su ayuda he podido lograr muchas cosas con este trabajo, estoy muy agradecido por ello”, apuntó.
Don Ramón tiene 15 años de no cortarse el cabello, asegura que ese estilo lo usaba desde pequeño.
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La Pandemia, un golpe duro
Durante la pandemia vivió momentos muy difíciles ya que no podía salir de casa y al estar casi todo el mundo en confinamiento, no podía realizar su venta de agua.
“El negocio se vino abajo, y no tenía como hacer dinero”, indica que las bolsas solidarias le ayudaron a mantenerse por varios días.
Otro golpe a su economía vino también con el paso de los huracanes Eta e Iota que inundaron su casa, ya que vive en el sector Chamelecón en una zona inundable.
“Poco a poco, según la gente ya podía salir, retomé el trabajo y así fui saliendo de esa mala experiencia”.
Muerte de su esposa
Hace 22 años su esposa muere de cáncer, “Es la etapa más dura que me ha tocado vivir”, indica el vendedor.
Asegura que por salvar a su esposa hizo todo lo que pudo, hipotecaron la casa para pagar los gastos médicos.
“Yo todavía tenía un dinero de la hipoteca, pero el médico me dijo, ya no gaste que por ella ya no se puede hacer nada, mejor dele gusto lo que ella pida”, comenta.
“En esa etapa me ausenté por más de un mes, para atenderla a ella, llevarla al médico y acompañarla en sus últimos días”, expresa con nostalgia.
Sin embargo, siguió con la venta de agua, una vez que su esposa murió. “Tenía que seguir por mis hijos, ahora solo me tenían a mí y varios estaban pequeños”, indica.
Padre soltero de ocho hijos, el menor de tres años, a quienes cuidó y educó solo, luego que su esposa muriera.
Un nuevo amor
Desde hace 10 años, Don Ramón encontró nuevamente el amor y se encuentra estable con su nueva pareja.
Ahora, sus hijos ya son independientes, la mayoría están casados y él vive solamente con su nueva compañera de hogar.
Manifiesta que sus hijos no tuvieron ningún problema porque él se quisiera volver a casar.
Con una sonrisa, expresa que sus hijos afirman estar orgullosos de él y de lo que ha logrado con su emprendimiento.
Don Ramón Ángel Mejía, hace un llamado a los jóvenes para que estudien y se preparen, que se alejen de los caminos equivocados y que aprovechen la oportunidad que les dan sus padres de estudiar.
De igual manera invita a las personas a que emprendan, no importa si inician con agua y luego con aguacate, pero el trabajo digno es los que los sacará adelante indica.