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jueves, abril 18, 2024

Segundas oportunidades

Hoy hace ocho días que Tina Turner dejó de existir, al menos físicamente en este mundo, y no quisiera que pasara más tiempo sin mencionar lo grandiosa, excitante e intensa que fue su vida y la gran lección que podemos aprender de ella. Anna Mae Bullock, como fue nombrada al nacer, tenía absolutamente todo en contra para alcanzar una vida digna siquiera y todo muy bien alineado para convertirse en una más entre la gente del pequeño, empobrecido y olvidado pueblo donde le tocó nacer, pero ella no pensaba lo mismo, no lo creyó ni por un momento.

La familia de la pequeña Anna Mae era bastante disfuncional en todos los sentidos, la casa en la que se crio, caótica. Ambos progenitores salieron muy pronto de ahí dejando a la niña a la deriva, pero antes de eso mostraron siempre preferencia por la hermana mayor, la sensación de no ser amada la acompañó por demasiado tiempo. “No tuve amor de mi padre o mi madre, y esto desde mi nacimiento”, aseguraba la cantante. Que el descuido en la infancia lleva a un estilo de vida imperfecto, aseguraba Alfred Adler, psicoanalista, y tenía razón.

El sentirse rechazada en casa, la segregación racial tan aguda en esa época, y la extrema pobreza le hicieron desarrollar un profundo sentido de inferioridad. Este sentimiento la llevó a permitir el maltrato físico (uno muy brutal) de parte de su esposo Ike Turner, la llevó a ser dependiente emocional e incluso financiera a pesar de ser ella y su gran talento los que llevaba la plata a la casa, se sentía incapaz de cultivar amistades importantes y se dedicó a aparentar en el escenario y frente a todos, que su vida era espectacular. El sentirse poca cosa y el miedo con el que vivía en aquella relación le impidió también defender a sus hijos de aquel tóxico ambiente familiar. Tina Turner con todo y su avasallador éxito intentó quitarse la vida en tres ocasiones mientras estuvo casada con Ike.

Pero como no hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo resista, una noche mientras estaban hospedados en un hotel en medio de una gira de trabajo, con la cabeza dándole vueltas, la ansiedad y el miedo al tope, la artista decidió escapar de aquello y lo hizo con lo que llevaba puesto encima, pensó que, si no era en aquel momento, no sería nunca más, hay oportunidades que no vuelven. Ella misma ha explicado en diferentes entrevistas que nunca supo cómo cruzó aquella tan traficada autopista de la ciudad de Dallas, descalza y con la mente hecha un lío mientras huía aterrorizada.

Aquello le valió la ruina económica ya que su todavía marido, indignado por la osadía de su mujer, le peleó duro en los juicios que no se dejaron esperar. Desde luego que la paz y tranquilidad alcanzadas superaban, por mucho, cualquier cantidad de dinero. Es fácil imaginar lo complicado que debe haber sido para ella recuperarse a sí misma, comenzar de cero y aun así lograr alcanzar de nuevo la cúspide de su carrera, pero lo hizo. Los admiradores de su música y su estilo agradecemos el gran valor que tomó aquella decisiva noche y personalmente creo que esa gran decisión fue lo que le permitió asegurar alguna vez: “La gente cree que mi vida ha sido difícil, pero creo que ha sido un viaje maravilloso”. Que este nuevo viaje continúe en la misma dirección entonces… ¡hasta siempre, Tina!

 

Emy James
Emy James
Emy James, psicóloga y Máster en Educación, escritora a nivel profesional. Trabaja en teatro y radio y es también docente.
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