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viernes, mayo 17, 2024

Remesas y su vínculo con la identidad nacional

El mes de septiembre se considera el mes de nuestra nación, los símbolos, los próceres, los héroes nacionales son recordados especialmente en el sector educativo público. Durante la semana del 15 de septiembre, las calles y avenidas de todo el país se ven llenas de estudiantes, maestros y padres de familia que apoyan a sus hijos e hijas en estas actividades. Con la llegada de la pandemia en el 2020, estos actos se prohibieron por las medidas de bioseguridad, pero ahora se observa cómo nuevamente ha renacido el interés en actividades que promueven el civismo.

Aprender a querer a la patria, al suelo que nos vio nacer es un proceso, que inicia desde temprana edad, el arraigo no se tiene de un día para otro y tampoco se pierde por la necesidad de emigrar. Nuestros compatriotas guardan un gran amor por las tradiciones hondureñas, a muchos la nostalgia los embarga, especialmente cuando no tienen documentos para viajar legalmente a Honduras y pasar una temporada con sus familiares y amistades.

Los hondureños que se van de este terruño, son una muestra clara del amor a la patria, ya que ellos siguen sosteniendo la economía nacional, con sus remesas que son enviadas a sus familiares, que en muchas ocasiones ni siquiera valoran este esfuerzo, creen que el dinero se gana fácilmente fuera de Honduras y que es obligación, del que emigró, ayudar.

A nivel de país son pocos los beneficios que reciben los hondureños residentes en el extranjero. Existe la Ley del Hondureño Ausente, pero no todos la conocen, fue aprobada por el Congreso Nacional en 1986, les permite la exoneración del pago de impuestos por los artículos que introduzcan, pero solo está vigente dos meses al año, del 15 de noviembre al 15 de enero. Este decreto debería extenderse por lo menos dos meses más, para que más ciudadanos en el extranjero gocen de este estímulo fiscal, es lo menos que pueden hacer por los que sostienen nuestra economía nacional.

Recientemente se expandió el rumor de que los hondureños en el extranjero pagarían impuestos en Honduras, además de los que pagan en el país donde actualmente residen, señalaban que era parte de la propuesta del nuevo Código Tributario. Inmediatamente el Servicio de Administración de Rentas (SAR) desmintió la noticia por Twitter, pero dejó claro que “el cambio en el principio de renta, únicamente aplica para los residentes en el territorio nacional”, de modo que esos hondureños que sueñan con venir a pasar sus últimos días a Honduras con una modesta jubilación obtenida en los Estados Unidos, tendrán que pagar impuestos sobre esos ingresos.

Solo los que han trabajado fuera de Honduras, pueden entender lo complicado que es ganarse honradamente el dinero, los sacrificios que tienen que hacer para enviar esas remesas. Contrario a la vida de muchos diputados y funcionarios públicos que llegan a esos cargos porque son políticos de oficio, han invertido importantes cantidades de dinero para poder prácticamente “comprar” un lugar en el Congreso Nacional, lo menos que hacen es pensar en el bienestar de la población.  Son mercaderes de la política, con diferentes colores, con una ideología única, sacar provecho económico de su cargo a como dé lugar, con contadas excepciones.

Los gobernantes actuales y anteriores no tienen una preocupación genuina para frenar la migración ilegal, aunque los hondureños pongan en riesgos sus vidas en ese riesgoso trayecto hacia Norteamérica. No les preocupa en lo absoluto, porque la coyuntura les favorece, los que se van no los molestarán con demandas sociales y si llegan al ansiado “sueño americano” más bien serán grandes contribuyentes a la economía nacional con sus remesas.

Vergonzosamente, el principal rubro de “exportación” son seres humanos, que van cargados de sueños y esperanzas por tener una vida digna en otro país. Cada vez que los funcionarios públicos reclamen carros del año para su uso personal, onerosos viáticos, guardaespaldas, exoneraciones de impuestos, deberían negárseles, no merecen tener privilegios que están fuera del contexto hondureño.

Si todavía queda cierta humanidad en los jefes de los tres poderes del Estado, este mes debería servirles para reflexionar y pedir perdón a Dios y a la población más vulnerable, por tenerla abandonada, por seguir promoviendo la pobreza y el desempleo. En el caso de los migrantes, deberían literalmente hacerles un monumento y crear leyes que incentiven su gran aporte a la economía hondureña.

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