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jueves, abril 25, 2024

¿Quién se alegra ahora por Nicaragua?

Pobre Nicaragua, pobre Patria de tantos hermanos nicaragüenses. Violada todos los días como esclava sexual por una estirpe de promiscuos depredadores políticos, sostenidos gracias a la transmutación que dieron sus fuerzas policiales y militares.

Así, es, no es por la voluntad del pueblo, porque a ningún pueblo le gusta estar sometido y, además, callado o, en todo caso, repitiendo como loras el mismo guion: “Viva Sandino, viva la Revolución”. ¿Cuál revolución?

Sea como sea, Nicaragua está sola y abandonada. Un destino triste le ha sido asignado, a menos que…

Silvio Rodríguez nunca fue un cantautor de mi agrado. ¡En lo absoluto! Y por la apoteosis que hacía del comunismo (versión latinoamericana), no podía ser de otra manera: me resultaba detestable.

Conocí muy temprano el sistema comunista y el socialismo (la versión descafeinada de la misma droga), y nunca me convenció, más ahora que con el tiempo ha quedado demostrado -en demasía- ser una ideología impulsada por resentidos que, cuando llegan al poder, se vuelven más ricos que aquellos a los cuales criticaban, y muchos más opresores que el sistema contra el cual lucharon.

Silvito cantaba: “Se partió en Nicaragua otro hierro caliente con que el águila daba su señal a la gente”.

No escucho ahora a Silvito, o a alguno de sus alumnos, cantar odas contra la tiranía nicaragüense. ¿Se les rompieron las cuerdas de las guitarras? Hipócritas.

Daniel Ortega no surgió, en esta etapa aciaga, gracias a que su plan de gobierno fuera lo más hermoso que la gente hubiese escuchado; un proyecto de nación por el cual los votantes hayan apostado su voto, sino gracias a una astuta alianza con el delincuente de Arnoldo Alemán, o sea, puro y estricto cálculo político.

Supo utilizar a los fanáticos del gordo y mantuvo preparadas a sus huestes, remanentes del sandinismo. Sumándole las decepciones del sistema democrático al estilo Centroamérica, y volvió…y ya no salió, y no va a salir nunca.

En una de mis entregas, hace meses, con dolor acepté que el pueblo, la masa, el votante, no sabe nada de democracia, de la república, de la Constitución, y lo que dice en sus tuits, post, wasap, es pura pasión sin cerebro.

No saben nada de eso. ¿Por qué lo digo? Porque cuando llega a ganar el partido que les gusta, si destruye todo aquello…ni les importa. Es como en el futbol: depende a quien beneficie el error arbitral.

Silvito Rodríguez nunca fue de mi agrado. Su prosa arribacionista con aspiraciones al gongorismo, llena de simbolismos que solo para él tenían sentido, que pretendía ser intelectuales, no lograban ser canciones                  inteligentes, al contrario, simplonas y vulgares. Para símiles, metáforas y simbolismos, por favor, los poetas malditos o Rubén Darío. Pero Silvito no pasó de ser un musiquito panfletario, genuflexo de un régimen despiadado. ¿Está vivo? ¿Qué dice sobre su comandante Ortega?

Estos zurdos se confunden. Solo rememoren esto: “El espectro es Sandino con Bolívar y el Che porque el mismo camino caminaron los tres”. Dejando a un lado al genocida argentino, ¿creen que el Libertador o Sandino estuvieran felices hoy en día? Tontito el Silvito.

Un buen amigo analista político me recriminó cuando le dije que ni a la Casa Blanca ni al Pentágono hoy en día les importaba Latinoamérica. Y es cierto. Ya no mandan armas para derrocar locos comunistas. Nicaragua se jodió.

El imperio ya sustrajo lo que tenía que sustraer. Además, ya gastaron demasiado tratando de civilizar estas comarcas, pero ya no lo hacen.

Tiene el poder total para que el régimen que se les ponga al brinco arrodillarnos en un santiamén…pero se cansaron, ya nos les importa. ¿Para qué seguir gastando en estos seres humanos de tercera categoría?

Estamos solos. Muy solos, y Nicaragua peor.

¿A quién pedir ayuda? “A menos que”: se instaure una dictadura de izquierda tan exitosa como la de extrema derecha de Pinochet o, para no perder el tinte rojo, la de China, la de Vietnam, que renunciaron a toda su verborrea comunista y se decantaron por el capitalismo al nivel más extremo. ¡Vivan los dólares!

Repito, a menos que la dictadura Murillo – Ortega (en ese orden), saquen a Nicaragua de la pobreza y lo eleven al primer mundo, solo así, quizá, tal vez un poco, se les pueda perdonar esta tiranía despreciable que han instaurado en el hermano país.

Por Carlos Alvarenga, abogado.

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