El presidente de Irán, Ebrahim Raisi, murió el domingo a los 63 años en un accidente de helicóptero en una remota y montañosa provincia iraní.
Raisi, fue elegido presidente de Irán en junio de 2021 y su nombre se barajaba desde hace tiempo como el posible sucesor del líder supremo, el ayatolá Ali Jamenei, que ejerce el control político e ideológico de la República Islámica, dominada por clérigos.
Nacido en el este de Mashad en 1960, Raisi fue criado en una familia devota y religiosa y creció en el fervor de la revolución islámica, que derrocó a la monarquía del Sha de Persia en 1979.
Con 25 años, se convirtió en fiscal en Teherán y siguió ascendiendo en la carrera judicial, protegido de Khamenei, hasta ser nombrado fiscal general de Irán en 2014.
Sorprendió al postularse a la presidencia del país por primera vez en 2017, quedando su partido el segundo en las elecciones.
Dos años después, el ayatolá Jamenei lo situó como jefe del sistema judicial y en 2021 llegó a la Jefatura del Estado.
Desde su llegada al poder, trazó una estrategia para expandir la influencia regional del país, apoyando a los militares de Oriente Medio y acelerando su programa de misiles balísticos y el desarrollo de su programa nuclear mediante el enriquecimiento de uranio.
Todo ello llevó al país al borde de una guerra con Israel
Las tensiones entre los dos países se han acrecentado en el último mes debido al ataque que Teherán perpetró con cientos de misiles y drones en respuesta al bombardeo israelí del consulado iraní en Damasco, régimen aliado de los ayatolás.
Los adversarios de Irán, entre ellos Estados Unidos, Israel y Arabia Saudí, se plantean estrechar sus lazos de seguridad para contrarrestar a Irán.
Como era de esperar, algunos iraníes también se han preguntado si Israel tuvo algo que ver en el accidente.
Los dos enemigos de larga data llegaron a las manos el mes pasado, después de que Israel asesinara a un general iraní en Damasco e Irán respondiera con una andanada de más de 300 misiles y aviones no tripulados dirigidos a Israel.
Israel sigue con atención los efectos de la muerte de Raisi en Irán sin olvidar que en los dos grandes asuntos que preocupan a los israelíes (el programa nuclear y la red de milicias en la región) quien mandaba, manda y seguirá mandando es el líder supremo, el Ayatolá Ali Jamenei.
«El presidente Raisi era un hombre cruel y ciertamente no derramaremos una lágrima por él pero la política de Irán contra Israel no variará ya que está determinada por Jamenei», afirmó el líder de Israel Beitenu y ex ministro de Defensa, Avigdor Lieberman.
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