Las patas de pollo, un ingrediente tradicional en muchas cocinas del mundo, han ganado popularidad en los últimos años debido a su alto contenido de colágeno, una proteína clave para la salud de la piel, las articulaciones y los huesos.
Este producto, antes considerado un desecho de la industria avícola, se ha convertido en una opción accesible y nutritiva, rica en minerales, vitaminas y aminoácidos esenciales.
Su consumo regular no solo ayuda a mantener la elasticidad de la piel y fortalecer los tejidos conectivos, sino que también favorece la salud del cabello, las uñas y el sistema inmunológico.
Además, las patas de pollo aportan beneficios cardiovasculares y contribuyen a la producción de energía.
Lo que las convierte en un alimento funcional para quienes buscan mejorar su bienestar general.

Versatilidad en la cocina
Su versatilidad permite que sean utilizadas en una variedad de recetas. En la gastronomía tradicional, se emplean en caldos y sopas con alto valor nutricional.
Mientras que en la cocina moderna se han reinventado en platos como patitas fritas crujientes o guisos especiados.
Una opción económica y sostenible
A diferencia de otros suplementos de colágeno, las patas de pollo son una alternativa económica y fácil de conseguir.
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Su consumo también contribuye a reducir el desperdicio de alimentos y a aprovechar al máximo los recursos animales, promoviendo una alimentación más responsable y sostenible.
Con estos beneficios, las patas de pollo se han posicionado como un superalimento natural que ayuda a combatir los signos del envejecimiento y a mejorar la calidad de vida.