Desde su irregular instalación, el Congreso Nacional tiene un inicio que todavía no termina de presentar con toda la legalidad que establece y manda la Constitución.
Al inicio, una sucesiva derogación de leyes y temas como la Ley de Secretos , y la famosa ley de “amnistía” abrió muchas brechas en la confianza que la mayoría que había ganado el Gobierno, porque sujetos definidos en casos de reconocida corrupción, comenzaron a llegar al país, planteando una serie de comentarios adversos, se siguieron llegando en el Congreso, leyes y disposiciones que que cada día soprenden y se agendan sin mayores problemas, sin dar tiempo a que sean conocidas, discutidas y analizadas, como las que ha presentado el Ejecutivo, como es lo que parece, como presidente del Congreso Nacional a quien le toca lanzarlo de una sola vez a un plenario integrado por diputados y diputadas.
Por cierto que la mayoría de la Asamblea Legislativa no ha tenido tiempo de demostrar su capacidad, a excepción de unas cuantas iniciativas, una reforma a una legislación ya aprobada, y muchos proyectos que se han engavetado y duermen el sueño de los justos, mientras se les conceda su consideración en el plenario, el nombramiento de una discusión para que lo lleve a discusión y socialización con la sociedad a quien sirven.
Lo que ha llamado la atención es la propuesta de la Ley de Consejo de Defensa, sus reformas, o como le quieran llamar, que al ser lanzada al plenario en días pasados, fue tan rápida la acción de las diferentes bancadas, que tuvo que ser engavetado y dejarse su aprobación para que fuera mas discutido y analizado por las bancadas y diferentes estratos de la sociedad.
Esa actitud de pretender sorprender al plenario sin previo aviso, ni discusión, como lo manda la Constitución, ha producido el fenómeno de la ideologización del texto del mismo, provocando sendas discusiones de las instituciones centralizadas y descentralizadas, de diputados proponentes y hasta de un partido que ofrece una nueva legislación. Esperaremos esa sesión del plenario, esperando que los diputados y diputadas nos convenzan de su capacidad y que, en esta ley, la mandataria no decline su poder de ejecutiva a personajes que no han sido electos para desempeñar ningún cargo de extrema importancia.