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domingo, octubre 6, 2024

Múltiples funciones de la inteligencia artificial

Cada vez que surge una nueva tecnología, la humanidad experimenta desconfianza y temor. Esta incertidumbre ha sido alimentada por creencias religiosas, la arrogancia de los caudillos y, en algunos casos, por la falta de interés en imaginar un futuro diferente.

La historia nos recuerda que, cuando las personas morían por enfermedades incurables, se atribuía a la voluntad divina. Asimismo, catástrofes como huracanes o terremotos, que no se podían predecir, se explicaban como un destino fatal.

La IA permite la predicción de desastres naturales, los algoritmos permiten anticipar sismos. También puede ayudar a diagnosticar y tratar enfermedades a tiempo. A medida que la ciencia y la tecnología avanzan, se puede prevenir lo que antes era imposible.

El uso de tecnologías innovadoras, como la destrucción remota de dispositivos de comunicación como beepers y walkie-talkies en Beirut, la semana pasada, es un claro ejemplo de cómo las estrategias de guerra han evolucionado.

Este tipo de táctica, que pusieron en práctica los israelitas sorprenden por su precisión y alcance, muestra cómo incluso herramientas consideradas seguras y limitadas pueden volverse vulnerables ante sistemas de vigilancia y ciberataques.

Además, el hecho de que misiles teledirigidos hayan sido utilizados para eliminar a líderes clave de Hezbollah, demuestra que las tácticas de guerra se apoyan cada vez más en la tecnología. No obstante, la misma tecnología que ha revolucionado la guerra puede empoderar a personas comunes para lograr cosas extraordinarias.

Hoy en día, existen docenas de opciones de inteligencia artificial (IA) gratuitas disponibles para todo el mundo. ChatGPT es una de las herramientas más promocionadas y utilizadas, pero ¿a qué es lo que realmente teme la humanidad? El miedo no radica en la tecnología, esta es neutra, sino en cómo es la naturaleza humana, su lado oscuro y cómo esta puede usarse para hacer daño a otros.

El verdadero desafío en el sistema educativo formal radica en qué aprenderán los estudiantes y cuál debe ser el nuevo rol del maestro. Un docente que no comprende cómo funciona la IA está en desventaja frente a sus propios estudiantes.

Si asigna un ensayo, es probable que revise algo que fue generado por una IA. Lo mismo puede suceder con la resolución de problemas matemáticos. El proceso de enseñanza-aprendizaje debe evolucionar. Estudiantes y maestros necesitan salir de las aulas, dejar de centrarse únicamente en la teoría y enfrentarse a problemas reales.

Un estudiante que realiza un proyecto de investigación en una empresa o comunidad, utilizando la IA como asistente virtual, no está repitiendo contenidos teóricos, ni cometiendo plagio, sino aplicando sus conocimientos.

El contacto con el mundo real, mediante pedagogías activas marca la diferencia. El aprendizaje basado en proyectos o en la resolución de problemas, junto con metodologías como Montessori o las clases invertidas, siguen demostrando su relevancia a lo largo del tiempo.

Tal como ocurrió con la introducción de las computadoras y calculadoras, aquellos que no adapten sus metodologías de enseñanza a los tiempos actuales se quedarán atrás y los estudiantes estarán en una gran desventaja frente a un mundo laboral cambiantes y exigente. ¿Por qué contratar a un humano si la IA puede hacerlo? Ese será tema para otro artículo.

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