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Honduras
martes, abril 30, 2024

Mensaje oportuno

Siempre que cada ser humano se envuelve en alguna dificultad, donde no hay más salida que invocar a un poder supremo, y nos referimos a cuestiones existenciales, dadas en lo más íntimo del ser y que las decisiones serán trascendentes, existiendo muchos ejemplos de esto, para el caso delante de una enfermedad, de la renuncia a un trabajo, del acoso por algo o alguien, de salir huyendo del país por la delincuencia. Todo esto tiene una solución, para eso cada quien deberá abajarse, allanar las montañas del orgullo, de la soberbia, de la autosuficiencia, debe haber un reconocimiento de la poquedad del ser delante de las vicisitudes de la vida.

Ese es el primer paso a dar para entender de lo breve que es la vida, de lo perecedero que es lo material y lo volátil que es el tiempo. Por eso de nada sirve hacer el mal, de nada sirve lo que se dice que se urde en los pasillos de las casas, de las empresas, del mismo Gobierno, cuando toda esa astucia utilizada para retorcer lo que ya está derecho, para levantar muros y montañas de desesperanza contra un pueblo que, por falta de conocimiento ha sido fácil de manipular y dañar, es que se tienen los resultados que tenemos.

Cada hondureño debe ponerse a pensar en cómo quiere ser el resto de su vida, de pasar de un estado de acoso por la injusticia o liberarse por la misma.  decisión de ser mejor por medio del estudio y del trabajo. El tiempo de Adviento que estamos viviendo es único por las coyunturas históricas, los eventos que ocurren fuera de nuestras fronteras que nos llenan la cabeza de ideas y cavilaciones, pero es Dios mismo que sale al paso, presente en nuestra realidad histórica y personal concreta: y nos preparamos para acoger esa continua visita.  Hemos sido llamados a despertar y espabilarnos, y a preparar el camino al Señor, y a convertirnos… Pero puede ocurrirnos que no seamos capaces de reconocerlo.

Pero, la pregunta es dónde hallar a Dios y la respuesta la encontramos dentro de cada uno, cuando descubrimos que Dios está en el que sufre, en aquel familiar que ignoramos y que no nos ha interesado de su estado de salud, dificultades o soledad. Hasta un maleante que va a hacer un daño, Dios le puede salir al paso y decirle que a quien va a hacerle daño, su prójimo, es contra Dios que va a atentar. También se encuentra en las altas esferas del Gobierno, donde se urden planes para manipular las decisiones mediante sobornos o prebendas. Mucho cuidado con eso porque la sangre que se derramará por cada movimiento que se haga, esa sangre cobrará ardorosamente un castigo contra el corrupto a la hora del juicio particular, por muy insuflado que sea su funeral.

Así es como vemos la gravedad del Adviento, donde se avisa que hay un “alguien “que viene en camino y esa persona es Dios con nosotros, Emanuel, y esa espera es lo que le da a esta temporada ese ritmo único por la salvación del alma. Es un aviso más que oportuno.

EditorialMensaje oportuno

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