Un comercial de radio publicitando el nuevo documental sobre la vida de Michael J. Fox, protagonista de mi película favorita de todos los tiempos, me puso a pensar en muchas cosas hoy: Sobre lo misteriosa que es la vida, nuestra vulnerabilidad y las personas excepcionales que tiene este mundo. Como todos los amantes del cine sabemos, a este estupendo actor se le diagnosticó Parkinson con tan solo 29 años.
Yo no me lo podía creer cuando leí la noticia, se le auguró (como sucede en los casos de demencias como Alzheimer, etc.) diez años de vida. Michael tiene 61 años ahora y 30 de lidiar con esta enfermedad. ¿Algo que me parece admirable? El papel de su esposa Tracy Pollan en todo esto porque estaban recién casados cuando la tragedia sucedió, entonces no habría sido razón de sorpresa que ella hubiera optado por separarse ¿no cree usted? ¿O, eso la hubiese convertido en una persona mala? Conozco dos casos de parejas jóvenes que recién comenzaban su relación cuando uno de ellos tuvo un accidente que lo dejó parapléjico, en los dos casos, los cónyuges se quedaron. Como dije, me parece muy admirable esta decisión y creo que solamente algo tan inmenso como lo es el amor, podría explicar un sacrificio como este. O tal vez estoy equivocada y han sido otras las razones por las que estas personas decidieron continuar con un matrimonio y una vida para los que no se habían apuntado, no lo sé. Así como tampoco estoy segura de mi postura si yo fuera la persona con la condición porque desde luego que primero tendría que saber lo que se siente en semejantes circunstancias como para poder dar una opinión.
Esto, hablando meramente de condiciones físicas que no permiten al otro ser independiente como quisiera y que mantiene a su cónyuge o pareja ahí como una ayuda importante en ese sentido. Ahora, hablando de otra clase de dependencia, la emocional, aquí sí opinaría yo con un poco más de convicción, que no me gustaría llevar, ni tampoco ser ese tipo de “carga”. Tendría que estar de acuerdo con Albert Camus cuando confiesa:
“Cuanto mayor me hago, más comprendo que uno solamente puede vivir con los seres que no te mantienen atado a ellos; que te aman con un afecto tan ligero como para llevarlo cargando, pero tan fuerte como para seguir experimentándolo.
La vida hoy es demasiada dura, demasiado amarga, demasiado agotadora, como para que además suframos un tipo de servidumbre proveniente de los seres que amamos”.
En este punto me vuelvo a preguntar; ¿es el amor lo que mantiene estos vínculos a través del tiempo? Y creo que me quedaré con el pensamiento de Federico Moccia para que responda…
“Y comprender que tal vez amar es otra cosa. Es sentirse ligeros y libres. Es saber que no pretendes apropiarte del corazón del otro, que no es tuyo, que no te toca por contrato. Debes merecerlo cada día.”
