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domingo, abril 28, 2024

Las trampas del lenguaje inclusivo

El lenguaje inclusivo, diseñado para “abordar y corregir desigualdades en la comunicación”, ha emergido de la manera más pérfida y descarada. Una de las situaciones más lamentables es que puede alienar en especial a los niños y jóvenes, haciéndoles creer que son marginados y excluidos y que la solución es la venganza con nuevos modelos sociales y políticos para provecho de los buitres que siempre están al acecho. La incorporación forzada de “neologismos o cambios gramaticales” no son más que adefesios y aberraciones disfrazados de accidentes de la gramática, mucho ojo con eso.

La introducción de “términos y estructuras gramaticales específicos para la inclusión” complican innecesariamente el idioma y expresiones del lenguaje. La complejidad lingüística puede dificultar la comunicación efectiva y reducir la accesibilidad del mensaje para un público más amplio.

Implica desviarse de las normas gramaticales establecidas, como el uso de desdoblamientos y la eliminación de ciertos sufijos. Esto podría tener implicaciones en la claridad del mensaje y, en algunos casos, dar lugar a interpretaciones erróneas. La sociedad debe resistir las influencias satánicas del lenguaje inclusivo debido a la conexión profunda con aberraciones incluso de índole sexual y de perversión. La imposición de cambios lingüísticos es una amenaza a la identidad cultural y debe generar resistencia.

La inclusión debe extenderse con las personas que tienen necesidades especiales y retos extraordinarios, como adaptar las aceras de nuestras ciudades para que puedan circular personas con plena seguridad si acaso utilizan sillas de ruedas, o para los no videntes tener señalizadas las calles y edificios de manera debida, de apoyar a las madres solteras ¡eso es inclusión!

Se debe vigilar de cerca, en especial los padres de familia, para no permitir que el demonio de la perversión entre a sus casas revisado de manera permanente constante de lo que se les enseña a los hijos en la escuela o en secundaria. La rigidez en la aplicación del lenguaje inclusivo a veces puede limitar la libertad de pensamiento y expresión. Las personas no deben sentirse cohibidas al expresar nuestro bello idioma tal como lo establecen las reglas ya dadas, no se necesita reinventar nada, eso no es más que necedad y estupidez.

Al centrarse únicamente en el lenguaje, existe el riesgo de que la sociedad ignore problemas estructurales más profundos. Usar ese leguaje no provoca más que atraso, pobreza y miseria y ya se ve con la decadencia de sociedad con jóvenes que han sido alienados y plenos de depravación. Una sociedad así no funciona, es fácil presa de oportunistas.

Centrarse exclusivamente en aspectos lingüísticos puede descuidar otras dimensiones importantes, como políticas inclusivas y oportunidades iguales. Cuando el debate sobre el lenguaje inclusivo se convierte en el punto central de la conversación sobre igualdad de género, existe el peligro de desviar la atención de cuestiones más apremiantes y estructurales que requieren atención inmediata.

EditorialLas trampas del lenguaje inclusivo

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