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sábado, mayo 18, 2024

Las oportunidades generadas en las crisis

Un notable científico alemán del siglo XX, por todos conocido, dijo alguna vez, “durante las crisis, se generan las mejores ideas”. Y es muy cierto. Despertar y aprovechar nuestras ventajas comparativas relativas al resto del mundo, es una tarea fácil pero audaz por parte de los ciudadanos que habitan en un determinado país o región.

Estamos, los países en desarrollo, en una posición de ventaja, en un mundo en el que ha habido muchas rupturas, y se buscan reconfiguraciones diferentes y nuevas relaciones comerciales. El hecho de estar al margen del tráfico mundial del turismo nos mantuvo, en un gran porcentaje, a salvo de las nefastas consecuencias que sufrieron los países grandes en población y economías de dimensión superior, que debieron mantener sus ritmos de intercambio comercial cuando la COVID-19 nos mantuvo confinados.

Después de la Segunda Guerra Mundial, la mayor parte de las economías del mundo estaban en el suelo. Fue esa una coyuntura bastante crítica, y fue necesario un reordenamiento económico mundial de cooperación y de canalización de recursos sin precedentes. No es necesario explicar aquí cómo los hechos históricos se repiten casi con las mismas características en el transcurrir del tiempo, a lo que los sociólogos y economistas llaman ‘los ciclos económicos’.

Mientras la mayor parte de los conflictos se suceden en la esfera de los países desarrollados, y que de sobra sabemos es una lucha por el poder hegemónico, hay otra esfera de países que equivocadamente apoyan nuevos reordenamientos, sin importar el grado de incertidumbre que generen estas asociaciones. Todos sabemos de las aberraciones que han generado los paradigmas económicos de prueba y error a los que hemos sido sometidos los países con economías menores, de gran endeudamiento, y de altísima dependencia comercial. Pero ha sido nuestra elección el querer vivir con patrones de primer mundo. Ha sido nuestra elección el querer gastar gran parte de nuestras reservas monetarias en el pago de un componente importado que no respeta orden de prioridad, ha sido nuestra elección el querer depender del volumen de remesas de nuestra diáspora, para fortalecer y disfrazar nuestro producto interno.

Esta temporada la estoy pasando en un país del llamado primer mundo. Una noche de estas, mientras esperaba dentro de un vehículo debido a la severidad del clima, pude observar cómo en uno de los múltiples centros comerciales de la gran ciudad se mostraba ante mis ojos un variado conjunto de rótulos luminosos. Rótulos luminosos sugestivos de la voluntad y espíritu de lucha de una clase media fuerte y deseosa de construir un patrimonio, en una sociedad donde prevalece el sentimiento de “sálvese quien pueda” porque luchan en igualdad de condiciones. Claro es suponer que, dentro de una economía realmente capitalista, podrá verse también la presencia de los grandes conglomerados financieros globales que responden a una demanda mundial y que compiten entre sí de manera abierta.

Claramente puede establecerse que, si bajamos a nuestra realidad, ésta es vista de otra forma. Debido a una pésima maniobra política estamos caminando hacia el fracaso sistemático. Hacer creer a la población que la única fuente de empleo y de beneficio económico lo dará el poder político. Un poder político agrandado receptor de grandes recursos y sin ningún aporte productivo. Hemos sido testigos, de la gran cantidad de emprendimientos domésticos, pero mal orientados, o sea, sin lugar alguno en nuestra oferta exportable. Todos los países de economías menores fuimos, en bloque, parte de las negociaciones de los tratados de libre comercio, pero lo único que hemos heredado de ellos han sido los productos bien elaborados por los diversos sectores de las economías del mundo desarrollado. En otras palabras, el concepto de “Acceso a mercados”, no ha funcionado.

Otra noche de estas acompañé a un compatriota a su visita rutinaria a un supermercado de grandes dimensiones. Pude darme cuenta de la variedad de productos nativos de la región mesoamericana, bienes que también se producen en nuestro país, y que, con una buena orientación y organización a los productores, más un financiamiento adecuado a las necesidades de posicionamiento en mercados internacionales, serían parte de una oferta exportable sólida.

Por qué razón dejar que otros países nos tomen la delantera en lo referente a exportar nuestros productos de valor en la demanda mundial, si nuestras ventajas son mayores en clima, suelo, recursos financieros, agua, fuerza laboral, etc., etc. En lo particular, creo que la educación es un factor sensible. De nada nos sirve educar a nuestras generaciones en colegios y universidades privadas, si la brecha entre educación pública y privada no la cerramos. De nada nos sirve crear una masa gris de primer mundo, si es este primer mundo que se la lleva. Nos está ocurriendo en todos los campos profesionales, los médicos, ingenieros, educadores, arquitectos, contratistas etc., etc.

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