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domingo, mayo 19, 2024

Las mujeres, sus escotes y otras curiosidades

 

Debo empezar diciendo que todo mundo tiene derecho a hacer lo que quiera, con tal que no perjudique a nadie. Eso, desde luego, incluye la forma de vestirse (o de medio vestirse).

Durante mucho tiempo he observado con curiosidad la tendencia que tienen algunas mujeres de mostrar todas las partes posibles de su cuerpo.

Los hombros descubiertos discretamente -quizá el escote original- poco a poco quedaron atrás ante la tendencia de enseñar más, mucho más.

Mostrar el abdomen (a veces enorme y con celulitis) es la moda.

Siguió el escote en las piernas, con minifalda o mini mini shorts y, además, agujeros en los pantalones para enseñar más.

Los zapatos también tienen escote, parece que mostrar los pies con sandalias o alpargatas es muy atractivo y tentador para ellas.

Antes de pasar a los trajes de baño tengo que hacer una pregunta que, obviamente, no tiene respuesta: ¿A quién están realmente dirigidas las modas de las mujeres, desean mostrarse atractivas para los del sexo opuesto o… para competir con otras mujeres?

Los hombres no tienen mucho problema con su manera de vestir, cuando se trata de fiestas formales puede utilizarse el mismo traje una y mil veces, sólo cambiándose camisa y corbata, dependiendo de la ocasión, fiesta o duelo, reír o llorar.

Los hombres, si acaso coincidimos con alguien con igual camisa o pantalones, o no nos damos cuenta o, quizá, más bien lo celebramos con una pequeña broma.

Esa situación no tiene importancia para nosotros.

Podemos andar todos -miles- vestidos exactamente igual y no nos afecta para nada.

Pero, cuando una mujer se encuentra con otra con el mismo vestido, la cosa puede convertirse en tragedia, se trate de una reunión con poca gente o una multitud.

Usted puede estar seguro que una dama detectará instantáneamente a otra -al extremo opuesto de un amplio salón- con el mismo vestido, haya mil o dos mil personas.

Lo mismo aplica para accesorios, peinado e, inclusive zapatos o, más bien dicho, especialmente los zapatos.

Cuando una mujer llega a algún lugar público, su “radar femenino” -más efectivo que la más completa arma bélica de última generación- fotografiará al milímetro, en un rápido y certero escaneo a cualquier mujer que vista o porte algo similar en su atuendo.

No estoy seguro, pero creo que se puede haber dado el caso de que alguna dama decida abandonar precipitadamente el lugar para ir a cambiarse, aunque en el proceso se pierda media fiesta o ceremonia… eso no tiene importancia, ¡la moda es primero!

Cuando un hombre normal va a comprar una camisa y encuentra algo que le agrada, puede estar seguro que aprovechará para comprar dos o tres iguales, sólo que de diferente color.

Ahora, cuando se trata de una mujer, en la misma actividad la cosa es muy diferente.

Estamos hablando de la inmensidad del tiempo. Tiempo para seleccionar algo que le guste, tiempo para decidir probárselo, tiempo para “redecidir” -palabra inventada que quiere decir cambiar de opinión, o sea que no le gusta-, tiempo para volver a probarse la primera prenda, tiempo para repetir todo el proceso, tiempo y más tiempo.

El tiempo es parte vital cuando se trata de la moda femenina… las decisiones toman mucho tiempo.

Si en algún momento usted llega a creer que,  cuando la dama ha seleccionado algo que le gusta y lo ha comprado, está dicha la palabra final… se equivoca.

Ella correrá inmediatamente a casa para probarse otra vez la prenda que ya se probó mil veces en la tienda y, muchas veces, decidirá que no es de su agrado y regresará para solicitar un cambio… entonces todo el proceso empieza de nuevo… ¡tiempo!

He dejado los trajes de baño para el final, tema aún más complicado de entender.

Antiguamente las mujeres iban a la playa o piscina con vestidos de baño que cubrían todo su cuerpo. En algún momento de la historia apareció algo más escotado, una pieza, pero aun cubriendo bastante.

Luego hizo su entrada el bikini, le siguió el mono kini y ahora el nada kini.

Esta prenda es una delgadísima tira de tela con la misión imposible… cubrir lo incubrible.

Es el escote femenino llevado al máximo o, lo que es lo mismo, a su mínima expresión.

Pero no se crea que estos nada kinis (o hilos corporales) tienen un precio reducido ya que no son prácticamente nada.

Aquí aplica la extraña regla de “entre menos tela mayor precio”, iniciada hace mucho tiempo, cuando hizo su aparición la primera minifalda.

Menos tela, más dinero, ¡así es la moda!

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