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domingo, abril 28, 2024

Las dueñas del mundo

Si ya todos estamos de acuerdo en que las mujeres somos de verdad criaturas especiales en muchos sentidos, generalmente caminamos, desarrollamos un carácter y maduramos muy pronto, somos tan versátiles y nos toca confirmarlo a diario cuando hacemos tantas tareas a la vez, somos muy responsables con nuestra salud física y también con la emocional, mientras nos hacemos cargo también de que otras personas a nuestro alrededor estén bien. Cuidamos nuestras relaciones familiares, las de amistad y las laborales. Y por si esto fuera poco, también estamos dotadas con un sexto sentido que se acrecienta de una manera notable cuando nos convertimos en mamá, ya sea de un hijo biológico o uno que hemos adoptado como nuestro. Si somos y contamos con todo esto… ¿¿por qué no somos las dueñas del mundo??

Yo me quedaría con tres razones fundamentales, aunque entiendo que existen otras muchas. Una de ellas sería el bagaje cultural que cargamos, todos esos siglos que estuvimos reprimidas claramente nos tienen en desventaja, apenas estamos tratando de entender la manera correcta de llevar nuestro rol. Luego me quedaría con la que expone Carlos Cuauhtémoc Sánchez cuando dice que nuestro problema reside en el desorden hormonal que cargamos a cuestas, el no saber cómo manejarlo y en esta cuestión definitivamente me gustaría mucho ahondar así que trataré de hacerlo muy pronto. En lo que sí quisiera pararme un momento es una tercera razón que me convence cada vez más, es nuestro gran impedimento para hacer cosas grandiosas: la casa.

No importa si somos madres de familia de tiempo completo, si combinamos el trabajo doméstico (el de nunca acabar) con una profesión o, si somos totalmente apáticas al temita. De todas maneras, de una forma u otra, nos encontramos siendo las responsables directas de que el lugar donde vivimos funcione a la perfección en todos los sentidos, y eso no es algo sencillo… ni divertido.

Ya sea que lavemos o no, necesitamos asegurarnos de que toda la ropa, la de todos, incluyendo la de cama, se encuentre limpia, ya sea que cocinemos o no, debemos asegurarnos de que todos coman a la hora (y sano, además, y tres veces al día, todos los días, todas las semanas, todos los meses, todo el año) ah, y favor de no olvidar los trastes sucios, los interminables trastes sucios. Agatha Christie decía: “los mejores crímenes para mis novelas se me han ocurrido fregando platos, fregar platos convierte a cualquiera en un maniaco homicida de primera categoría”. Ya sea que limpiemos nosotras o alguien más, nos toca asegurarnos de que todo esté limpio, en orden, organizado. Todo esto sin mencionar un poquito siquiera a nuestros hijos y esos dieciocho años de cuidados ininterrumpidos. Nos la pasamos pendientes de que todos los aparatos funcionen correctamente, así como de la luz, el agua, los teléfonos, computadoras, internet, etc.

Entonces, si apenas nos estamos adaptando a ser una parte importante de este mundo, nos la pasamos tratando de controlar nuestros cambios repentinos de humor y nos encontramos sumergidas en el inagotable quehacer cotidiano, ¿en qué momento nos enfocaríamos en ser parte de algo más grande? Claramente todavía no nos hallamos listas, estamos camino a resolverlo… eso sí.

Emy James
Emy James
Emy James, psicóloga y Máster en Educación, escritora a nivel profesional. Trabaja en teatro y radio y es también docente.
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