Dejar una huella positiva en el mundo es el deseo de las personas mentalmente saludables, pero si nos detenemos un poquito a reflexionar y buscamos medir nuestra huella ambiental, quizás nos demos cuenta que el balance entre lo que hacemos y decimos no cuadra, no hace “click”, algo está fallando.
Si evaluamos nuestro comportamiento individual y medimos el impacto que tenemos, basados en cosas cotidianas como la cantidad de agua de consumimos, los desechos sólidos que arrojamos, la energía eléctrica que gastamos y el medio de transporte que utilizamos, será un pequeño, pero gran paso para reducir la huella ambiental.
Sumado a esto, si tenemos acceso a la tecnología, cada vez que utilizamos la inteligencia artificial, estamos incrementando el consumo de agua a nivel mundial, según estudio realizado por la Universidad de California y el prestigioso medio el Washington Post, el asistente virtual de millones de personas el ChatGPT, para escribir un aproximado de 100 palabras requiere lo que equivale a 519 mililitros de agua.
Este consumo no es de manera directa, pero si se considera el uso de la computadora, los servidores en la nube, el Internet y la electricidad. El uso del Internet, algo que parece ser inofensivo contra el ambiente genera solo con una pequeña búsqueda el consumo de entre 1 y 10 litros de agua.
De modo, que nuestra huella ambiental suma y sigue. Crear una imagen con IA, consume el equivalente a la energía que se requiere para cargar un teléfono móvil. Tan divertido que resulta a veces pedirle a la IA que nos ayude a crear ilustraciones para una presentación y no tenemos ni la menor conciencia del impacto que genera al ambiente.
Actualmente, hay grupos étnicos y religiosos que por sus creencias se niegan a usar la tecnología, prácticamente viven de una manera autosostenible. Me llama la atención, la forma de vida simple y sencilla de los Amish, se resisten por voluntad propia a adoptar la tecnología en su forma de vida.
También están los Menonitas, por cierto, en Honduras hay un pequeño asentamiento que viven en las zonas rurales cerca de las montañas, que en su estilo de vida no conciben tanta tecnología, igualmente lo hacen por voluntad propia. Estos grupos por sus creencias tiene un bajo impacto en la huella ambiental. ¿Será que Deberiamos adoptar un estilo de vida más sencillo? Bien, hay puntos extremos e intermedios.
El primer paso, es reconocer que nuestra huella ambiental cuenta, de modo que cada individuo es importante a la hora de reducir el impacto negativo al ambiente. Si bien los países que más contaminan son los más ricos y poderosos del mundo, el gigante asiático, China está en primer lugar, le sigue los Estados Unidos de América, India, y la Unión Europea en su conjunto de países y Rusia.
Pero los países que pagan o pagarán las consecuencias son los menos desarrollados. Según elÍndice de Riesgo Climático (IRC): “La clasificación del IRC indica que, entre 1993 y 2022, Dominica, China y Honduras fueron los países más afectados por los impactos de los fenómenos meteorológicos extremos.”
La relación entre cambio climático y la huella ambiental, está conectada por el efecto que uno tiene sobre el otro. A mayor uso de combustibles fósiles mayor incremento del dióxido de carbono. Estos cambios en la temperatura del planeta no solo afectan a los seres humanos, sino a toda la creación, de modo que nuestra responsabilidad es mayor y de manera individual podemos contribuir, pero el mayor impacto es cuando estos cambios se hacen de manera colectiva o comunitaria.
Entonces, es importante primero hacer una revisión o “chek list” de acciones que actualmente hacemos que incrementan la huella ambiental y tomar pequeñas acciones para progresar efectivamente. Pequeños cambios hacen la diferencia, si antes usábamos la Internet 24/7 o sea todos los días, limitemos su uso a la mitad, de igual manera hagamos uso responsable de la IA y tomemos conciencia que toda acción humana repercute en el ambiente.