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domingo, septiembre 8, 2024

Hidrógeno verde

Honduras ha enfrentado un déficit energético durante más de dos décadas, lo que ha resultado en pérdidas significativas para todos, así como un obstáculo que nos impide crear un entorno económico próspero. Este déficit se debe, en parte, a la limitada adopción de nuevas tecnologías para la generación de energía a partir de fuentes renovables y sistemas más eficientes.

Gran parte de la generación sigue dependiendo de combustibles, principalmente diésel y bunker, que no solo son contaminantes, sino que también imponen una pesada carga sobre nuestras divisas y frágil balanza comercial.

En una época en la que la protección del ambiente se ha convertido en un factor determinante para las inversiones industriales, cualquier tecnología que contribuya a esos fines merece una análisis y consideración especial. Por eso nos pareció tan interesante la información recibida recientemente sobre la posibilidad de que en Honduras funcione una planta de “hidrógeno verde”.

La noticia, inicialmente adelantada por un representante diplomático, y después brevemente reportada por varios medios locales que informaban sobre la posible inversión proveniente de la empresa HDF Energy con sede en Francia.

Nos comunicamos con funcionarias de la empresa, quienes amablemente nos explicaron, de manera sencilla, en qué consiste esta tecnología y cuáles son sus posibles beneficios. Nos explicaron que el hidrógeno verde (H2V) es un combustible limpio que se produce utilizando fuentes de energía renovable, como la solar y la eólica, ambas inmensamente abundantes en Honduras.

El hidrógeno se obtiene al separar la molécula del agua (H2) mediante equipos llamados “electrolizadores”. En Honduras, esto se lograría mediante la instalación de uno o varios parques solares que captarían la energía primaria para alimentar un electrolizador.

A través de la electrólisis del agua, se producirá hidrógeno, que se almacenará en tanques horizontales en forma de gas. Este hidrógeno podrá generar electricidad tanto de día como de noche, gracias a las pilas de combustible que lo convierten en electricidad mediante una reacción electroquímica.

El sistema de almacenamiento de la central se complementa con un banco de baterías de iones de litio (LiIon). El hidrógeno y las baterías son tecnologías complementarias: las baterías almacenan una menor cantidad de energía, pero ofrecen un tiempo de respuesta muy rápido. Por lo tanto, se utilizan en momentos específicos, como cuando una nube bloquea el sol durante el día, mientras que el hidrógeno se emplea para generar electricidad durante toda la noche, garantizando una disponibilidad continua de potencia las 24 horas del día.

Estos sistemas no generan emisiones contaminantes (solamente vapor de agua) y el hidrógeno se utiliza dentro del perímetro de seguridad de la central, garantizando la seguridad de los habitantes y de las construcciones cercanas a esta.

Posiblemente, por todas estas ventajas, es que se prevé que para el año 2050 los países en desarrollo representarán casi el 70% del mercado de hidrogeno, generando muchísimos puestos de trabajo al año. Ya varios países de América Latina han desarrollado proyectos de hidrógeno, incluyendo iniciativas privadas y asociaciones público-privadas.

Chile es uno de los países líderes en el desarrollo de hidrógeno verde, teniendo el objetivo de convertirse en un importante exportador para el año 2030. Esto se debe a sus abundantes recursos solares y eólicos, así como a su ubicación estratégica para la exportación de hidrógeno verde y sus derivados. Otros países como Perú, Uruguay, Brasil, Colombia, México y Argentina también están avanzando en proyectos de hidrógeno.

Esta industria ofrece múltiples beneficios potenciales para nuestros países, como la creación de empleos, el impulso al crecimiento económico, la reducción de la dependencia de combustibles importados, la mitigación del cambio climático y la generación de polos de desarrollo en áreas con recursos para la producción de energía renovable. Sin embargo, en Honduras, enfrenta desafíos significativos que deben superarse, como la excesiva regulación y la falta de infraestructura adecuada para producir, transportar y almacenar combustibles.

En el caso de HDF Energy, sus representantes nos expresaron optimismo respecto a la posibilidad de invertir en Honduras. Aunque el proyecto aún se encuentra en etapas preliminares, han recibido apoyo de las autoridades locales y un respaldo significativo del gobierno francés.

Han identificado los sectores de Atlántida y Comayagua como posibles ubicaciones, lo que contribuiría a resolver parcialmente las deficiencias en esas áreas. Seguiremos de cerca la implementación de esta nueva tecnología, con la esperanza de que mejore un sector que es vital para el desarrollo económico y social del país.

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