ERNESTO ALVARADO REINA
Las experiencias adquiridas en diversos escenarios nacionales o internacionales, al caminar con pasos agigantados, inteligentes, seguros e inquietos, permiten conseguir con disciplina, discreción, seguridad y capital básico, tratando de alcanzar las etapas representativas de la vida, donde juegan un papel preponderante los mandatarios y el pueblo hacia el desarrollo promisorio de nuestro querido país.
Las energías adquiridas, los golpes bajos y mal intencionados de ciertos grupos nefastos, obstinados y tenaces, contra el cambio fundamental, ponderado, razonable, justo e impregnado de valioso contenido cívico, no puede ser detenido cuando la juventud y la ciudadanía juegan un papel importante para llegar a conseguir la necesaria metamorfosis hacia el mejoramiento sustancial de Honduras. Los pensamientos simbólicos expresados con intensidad y colorido, conforman unas elementales herramientas que configuran una verdad indiscutible y una sensación de bienestar y estado de ánimo propenso en el logro de halagüeños resultados. Sin lugar a vacilaciones o incertidumbres, el Estado tiene el deber de proteger a la infancia, salvaguardar la juventud, mantener de manera adecuada la vejez. No podemos apartar que la situación de la verdadera formación de los jóvenes, también es correspondiente a los padres con sus hijos, quienes tienen el deber de instruir o educar a su prole y mantenerlos dentro de un espacio legalmente posible, cuando así lo exigen ciertas causas, motivos y circunstancias, acorde a su posición social. El Gobierno también deviene obligado, a su vez, a brindar especial protección a los menores cuyos padres, encargados o tutores cuando están imposibilitados económicamente para proveer a su crianza y educación, gozando de preferencia para el desempeño de cargos públicos en similares condiciones de capacidad y competencia. Lo transcendental es obtener abundantes o fecundos resultados con la niñez como la juventud hondureña y demás núcleos sociales, con una eficiente preparación, responsabilidad y concordancia o compenetración en la resolución de los problemas nacionales dentro de un efectivo ejercicio de las labores que desempeñen, tanto dentro del ámbito del sector público, como en el espacio o perímetro del sector privado. El reflejo de la personalidad de los pueblos aparece fuertemente robustecido con el fortalecimiento de una debida enseñanza y las variadas labores de cumplimiento de sus actividades. Un proceso de transformación constitucional de manera constante, dentro de un nuevo orden o disposición mundial, implica fortalecer la soberanía nacional, eliminando la concentración o acción supranacional de crear nuevos imperios, como las Zonas de Desarrollo Económico y Comercio, también denominadas Zede o ciudades modelo, porque constituyen una negativa de la independencia y autodeterminación de los pueblos, siendo una venta en pedazos de la soberanía nacional. Habrá que considerar programas de genuina cooperación e impulso progresivo de las poblaciones, sin ataduras o limitaciones de ninguna especie.
Todos los hondureños tenemos el deber de luchar contra los abusos, la ilegalidad, la violencia, la barbarie, la corrupción, el vasallaje deprimente, la tiranía en su intensidad total o en sus formas diferentes de penetración alienante, sin sumisión a desventajosas doctrinas ideológicas, defendiendo los principios liberales.
Este mes de la patria (septiembre 2022), concebido en calidad de sostenimiento del destino histórico de Honduras, tiene que aparecer plenamente robustecido, mediante una concreta o sólida estructura y permanente ideario de la defensa de las instituciones por calidad de silueta bienhechora del disfrute de los ventajosos y sagrados o excelentes principios liberales y los postulados de la democracia funcional, participativa y republicana.