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domingo, abril 28, 2024

Expertos hondureños proponen mejores formas de evitar tragedias forestales como el de La Tigra

Honduras registra unos 685 incendios en lo que va de 2024, arrasando con 34 mil hectáreas de bosques y zonas de pastizales, lo sucedido en la Tigra encendió las alarmas.

El incendio en la Tigra ha dejado más 600 hectáreas hechas cenizas en la reserva natural y pulmón de Tegucigalpa.

Cronología de incendio en la Tigra

Dos helicópteros de la Fuerza Armada de Honduras continuaban ayer – 20 de marzo- con el sistema “Bambi bucket”, con más de 20 descargas de agua, unos mil hombres entre bomberos y armada nacional trabajando para sofocar el incendio que inicio el lunes en la Tigra.

«Estamos trabajando desde el sector de El Carpintero y La Lechuza en coordinación con el ICF, los Bomberos y demás instituciones, y esperamos controlar el incendio forestal», dijo la noche del lunes Mario Rivera, portavoz de las Fuerzas Armadas de Honduras.

El capitán Rivera indicó que hasta ese momento no tenían datos sobre los daños ocasionados en la montaña La Tigra.

Varias instituciones reconocieron que la noche del lunes, los trabajos de sofocamiento del fuego fueron suspendidos por razones de seguridad y ante la dificultad del terreno y la oscuridad lo que ayudó a que la conflagración se extendiera.

Labor de bomberos y Amitigra

El martes, el incendio en la zona de La Tigra continuó activo en algunos puntos, pero la mayor parte estaba controlada, informó el portavoz del Cuerpo de Bomberos, Óscar Triminio.

Las zonas de Miralago, Casa Quemada, Carpintero y Corralitos son los puntos donde el fuego estaba activo hasta el martes 19, mientras una densa capa de humo cubría el sector y Tegucigalpa.

Destacó que el desafío que enfrentaron fue principalmente las casas ubicadas directamente en la línea del fuego. «Nuestra labor continúa y estuvimos hasta eso de las 3 o 4 de la mañana», aseguró.

El portavoz señaló ese marte 19 que estaban concentrando sus esfuerzos en apretar las líneas de contención en el sector de Miralago, tras haber logrado controlar el incendio en más de 50 hectáreas.

Triminio explicó que el incendio presentaba una línea de avance de unos 15 a 20 kilómetros, pero durante la noche lunes y la madrugada del martes, pudieron evitar que el fuego se extendiera hacia las zonas más densamente pobladas y boscosas.

Anotó que las técnicas implementadas por el personal incluyeron el uso de cortafuegos.

Según el recuento de Amitigra, son al menos 300 hectáreas de bosque afectadas (Dato hasta el martes 19) por el incendio forestal que se desató desde el lunes en horas de la mañana y su rápida extensión evidencia la falta de recursos para contrarrestar este tipo de fenómenos.

Algunos expertos consultados por Diario EL PAÍS opinan que ha llegado el momento de preguntarse si la magnitud de las conflagraciones que afectan nuestros bosques amerita apartar otras compras innecesarias y adquirir aviones apaga incendios como lo hace la Comunidad Europea y otros países sudamericanos.

Amitigra ofrece claves para no solo seguir apagando incendios

Tegucigalpa. Con dolor y frustración, Jorge Luis Murillo, director técnico de la Fundación Amigos de La Tigra (Amitigra) se refiere a la catástrofe que está ocurriendo en el Parque Nacional La Tigra y las deficiencias y debilidades que existen para para proteger los bosques de Honduras.

En entrevista con Diario EL PAÍS, Murillo dibuja en que consiste la fragilidad de ese entorno: un solo fósforo puede acabar con más de 500 hectáreas de bosque, animales, dinámicas naturales que le cuestan al bosque cientos de años para establecerlas, contaminación atmosférica, cambio en el ciclo del agua, entre otras afectaciones.

“Hace seis y cuatro años que combatimos este tipo de incendios, es triste y frustrante preguntar qué pasó, incluso da pena porque no debe ocurrir, pero en el tema de recurso humano y educación ambiental somos débiles y nosotros como pequeña organización no podemos hacerle frente a todo”, apuntó.

En ese sentido, expresó que se debe entender el aspecto cultural de la gente, lo cual Amitigra lo tiene claro, porque de esta manera han logrado eliminar algunas causas de incendios (por la caza, quema de basura, extracción de panales de abejas).

La Tigra tiene una población de alrededor de 50 mil personas dentro de la zona de amortiguamiento y por eso es una labor titánica la lucha de protección del ambiente en esa.

Al consultarle que solicitan al Gobierno para que este desastre no vuelva a pasar, manifestó:

“Son temas sensibles porque existen cosas que no queremos oír o aceptar, se tienen que evaluar los procedimientos que estamos aplicando para determinar cómo pretendemos proteger los bosques en Honduras, es frustrante porque nos seguimos haciendo daño”.

Ante esto, refirió que si se van a hacer inversiones, tienen que ser efectivas y hablar con la gente que sabe de los temas, preparar un equipo real contra incendios forestales en áreas remotas, es decir, zonas con arbustos, árboles con sotobosque (vegetación que crece más cerca del suelo), que es totalmente distinto a los incendios periféricos de la ciudad, donde solo son zacateras.

Cuadrilla de Amitigra que está al frente de la lucha.
Cuadrilla de Amitigra que está al frente de la lucha.

 Gente de combate

Murillo señala que para tipos de incendios como el que se registra en La Tigra, se necesita gente de combate, especializados, porque actualmente se trabaja con machete y rastrillo; deben ser personas que tengan una alta capacidad física.

“Contratamos gente de las comunidades que nacieron con un machete y un azadón, a quienes enseñamos y forman parte de nuestros equipos, desgraciadamente la cantidad de personal se ha ido reduciendo y cada vez tenemos menos”, añadió.

Otro factor importante es el conocimiento de la zona, lo cual es una ventaja para Amitigra, ya que conocen muy bien el territorio lo que les permite tomar decisiones ágiles y efectivas.

Daño incuantificable

Según proyecciones de Amitigra, el daño del incendio desatado el lunes es mayor a las 500 hectáreas, pero es incuantificable todo lo que se pierde porque el bosque retrocede a una etapa inicial.

“Había árboles de más de seis metros y se quemaron completamente, variedades que son de lento crecimiento que también se perdieron y daños que no se pueden cuantificar como insectos, aves, reptiles, anfibios”, estima el dirigente de Amitigra.

Además, agrega, es una zona donde hay una población abundante de venado cola blanca.

“Recibimos reportes de personas que escucharon cómo los animales corrían como locos huyendo del incendio durante la noche”, ilustra.

En este aspecto, señaló que los estudios son claros, el humo que está en la atmósfera cambia el régimen hídrico, se altera el régimen de lluvias, la calidad del agua.

“Si entendiéramos todos los fenómenos que causan los incendios, probablemente tendríamos más conciencia. Se tiene que mejorar todo integralmente y no lo digo por el Parque Nacional La Tigra y por nuestra posición, sino como un conservacionista que le interesan todos los bosques de Honduras y la biodiversidad”, recalcó.

Por su parte, Rufo Paredes, director ejecutivo de Amitigra, expresó que medir el impacto que los incendios causan es difícil, pues afecta la zona de amortiguamiento que protege la zona núcleo donde están las fuentes de agua que abastecen entre un 25 a 30 % la capital y el 100 % de los 102 caseríos que están dentro del área protegida.

 Lea También: Devastación en La Tigra: una tragedia forestal en Honduras

Mano criminal

Indicó que se especula que hubo mano criminal. “Existen penas para los pirómanos en áreas protegidas, el problema es que no hay ejemplos contundentes de gente que esté presa, se habla de 8 a 15 años de prisión, pero nunca se ha metido a nadie a la cárcel, es por ello que tenemos que fortalecer la Fiscalía del Ambiente y los juzgados para que traten estos delitos”.

Bajo este contexto, explicó que, al existir mano criminal es por diversas intenciones, como el cambio de uso de suelo porque creen que ahora en las zonas donde no hay bosque pueden urbanizar, que es una de las amenazas latentes y, por otro lado, para utilizarlas como zonas agrícolas”.

En otros países existen legislaturas que prohíben que durante 25 años en áreas quemadas no se puede hacer absolutamente nada y es allí donde se necesita que las autoridades pongan mano fuerte y no extiendan ningún tipo de permiso, señaló.

“Lo que tenemos que hacer es invertir en la prevención, ocupamos más vigilancia, invitar a las fuerzas de seguridad e instalar batallones en puntos estratégicos.

Necesitamos por lo menos unos 40 guardabosques que sirvan también para el control de otras amenazas como la tala.

Son 24 mil hectáreas, que involucra a las municipalidades de Tegucigalpa, Santa Lucía, Valle de Ángeles y Cantarranas, que son parte del área protegida.

Reducción de presupuesto

Otro factor que ha afectado a Amitigra es que cada vez el apoyo es menos. De recibir una asignación de 8 millones de lempiras en 2008, en los últimos tres años reciben cerca de 2 millones.

En más de 15 años les han reducido un 75 %. “Invito a cualquier diputado que proponga un proyecto de ley que nos garantice un ingreso de 12 millones de lempiras.

Que será exclusivamente para contratación de personal preventivo.

Es una labor ardua contratar gente para combatir incendios porque es un riesgo, tenemos que ir a las comunidades.

Capacitarlos, darles equipo porque son los primeros soldados y los héroes que nunca mencionan”, concluyó.

No hay equipo certificado para combatir un incendio

Gracias, Lempira. Ante el siniestro que está dejando graves daños en el Parque Nacional La Tigra, Diario EL PAÍS conversó con un experto quien brindó un análisis de la situación, las deficiencias que tenemos como país y cuáles son las soluciones.

Se trata del biólogo Nicolás Zúñiga, gerente técnico de la Mancomunidad de Municipios del Parque Nacional Montaña de Celaque (Mapance), quien, con su equipo, ha tenido que enfrentar incendios de grandes proporciones en esta montaña que posee las máximas alturas de Honduras.

Indicó que, a nivel de logística, sobre todo en lo que se refiere a los trajes de protección para los combatientes de las diferentes brigadas, el país no está preparado.

“No tienen un equipo de protección certificado para combatir un incendio, lo que pone en riesgo sus vidas. Conocemos que hay esfuerzos por parte del Programa Padre Andrés Tamayo para equipar a las cuadrillas, pero hace falta hacer una mayor inversión”, anotó.

Señaló que en el incendio ocurrido el año pasado en Celaque, con un daño de 250 hectáreas, se sumaron más de 400 personas combatiendo, un ejemplo del empoderamiento comunitario en los sistemas de conservación lo cual en muchas áreas protegidas del país.

Al consultarse si el país debería invertir en avionetas especiales para apagar incendios, expresó que han realizado un análisis y por lo menos en Celaque el apoyo aéreo no ha sido efectivo.

“Hemos visto que el agua no funciona porque la topografía de nuestras montañas no lo facilita, lo que se debe empezar a implementar son estrategias simples como las rondas cortafuego, por ejemplo, nosotros hacemos 50 kilómetros de ronda alrededor de Celaque todos los años y eso evita que cualquier quema que surja de pastizales o zonas agrícolas entre al parque.

Otra estrategia es equipar a las cuadrillas, equipamiento que tiene un valor de 35 mil lempiras por persona ya que es certificado con el cual el combatiente hará mejor su trabajo porque su integridad estará protegida”, añadió.

Zúñiga manifestó que su sugerencia es que, como país, inviertan en necesidades reales. “Quizá el mantenimiento de un avión o helicóptero para apagar incendios es costoso, es mejor pensar en cómo se obtiene el equipo necesario para los combatientes del país”.

Nicolás Zúñiga, gerentetécnico de la Mancomunidad de Municipios del Parque Nacional Montaña de Celaque (Mapance).
Nicolás Zúñiga, gerente técnico de la Mancomunidad de Municipios del Parque Nacional Montaña de Celaque (Mapance).

Siempre preparados

Por otra parte, explicó que, aunque se realicen campañas de concienciación todos los años, las organizaciones de protección a estas áreas deben estar preparados.

“Es importante que los combatientes estén bien equipados con las mejores herramientas, el traje certificado, mochilas o bombas de agua, así como mejorar las estrategias de prevención con rondas y que las comunidades cercanas se comprometan.

Lo que hemos hecho en Celaque es equipar a las juntas de agua, que son los que están más inmediatos ante cualquier situación, asimismo es necesario empezar a judicializar casos de personas que queman los bosques y hacer que la cultura de denuncia sea efectiva, que no haya temor a denunciar”, añadió.

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