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sábado, mayo 18, 2024

En peligro de extinción

Que nada resulta más atractivo en un hombre que su cortesía, paciencia y su tolerancia, reza una frase de Cicerón. No podría estar más de acuerdo.
Si hay algo que las mujeres a las que nos ha tocado vivir en estos tiempos, extrañamos y mucho, es la, ya tan en peligro de extinción, caballerosidad del sexo opuesto. Tanto así nos estamos habituando a la carencia de ésta que, cuando aparece uno por ahí, nos asustamos, sorprendemos y confundimos, definitivamente no debería ser así. Todavía a las de mi generación nos tocaron los amigos, parejas e incluso desconocidos, que abrían las puertas del restaurante, del carro o del centro comercial. Todavía recordamos a aquel amigo que siempre llegaba puntual a las reuniones, incapaz de hacer esperar a su amiga, que se levantaba de la mesa al verla llegar y lo volvía a hacer cada vez que ella se levantara. Que generalmente no llegaba con las manos vacías, que le servía la bebida y no esperaba que ella pagara la cuenta. Que en las reuniones de grupo aguardaba a que todos estuvieran listos para comenzar a comer, no hablaba gritando ni infiriendo maldiciones y si se le escapaba alguna, pedía sinceras disculpas a las señoras presentes. Los muchachos de hace apenas veinte o treinta años sabían, por ejemplo, ceder el asiento en los lugares públicos, tratar con propiedad a las personas mayores, hablar con amabilidad (diferenciaban la forma en que hablaban con sus amigos) a su pareja, ayudarle a ponerse el abrigo, ofrecerle su brazo izquierdo al caminar y hacerlo siempre al costado del camino. Entendían el trato que merecemos las mujeres, a veces por el simple hecho de serlo. Al paso que vamos, las nuevas generaciones de féminas sabrán de estas cosas únicamente a través de sus abuelas, la literatura y el cine, pero nada más.
El origen de la palabra Caballero, se remonta al Antiguo Régimen cuando los jovencitos comenzaban como escuderos a las órdenes de los hidalgos, anhelando llegar a ser algún día como ellos, nobles, corteses, distinguidos y generosos. Para ello se entrenaban a diario poniendo mucha atención en sus habilidades físicas, en desarrollar la valentía, cuidar su salud y apariencia, así como en entrenarse en los buenos modales.
¿Factores que han contribuido a la desaparición de la caballerosidad? El continuo y cada vez mayor interés de las personas en cosas banales y furtivas, descartando por completo asuntos como éste y otros tantos más, que poco a poco irán quedando en el olvido. Las mismas mujeres (una minoría que amenaza convertirse pronto en mayoría) a las que nos les importa declarar sin empacho, por ejemplo, que prefieren un cheque a un ramo de rosas, que están ingiriendo más alcohol que cualquier hombre, que son mal habladas y agresivas, este tipo de mujeres alejarán cualquier buena intención de cualquier hombre. Para que haya un caballero también debe haber una dama.
Y bueno, solo resta esperar nosotras mismas como madres haber criado buenos hombres, esperar que sigamos dándonos nuestro lugar, dándole así la oportunidad a los del género masculino de demostrar lo atentos, considerados y caballeros que pueden ser.

Emy James
Emy James
Emy James, psicóloga y Máster en Educación, escritora a nivel profesional. Trabaja en teatro y radio y es también docente.
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