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sábado, mayo 18, 2024

En la vida y en los negocios, la reputación es un gran tesoro

En tiempos donde se nos enseña a dar rienda suelta a lo que deseamos, tomando en cuenta el dicho que “es mejor pedir perdón, que pedir permiso”, qué importante es recordar lo valioso que es la buena reputación.

La buena reputación no es buscar quedar bien con todo el mundo, pues eso es prácticamente imposible de lograr. Se trata más de vivir con principios y practicarlos, ya sea que nos vean o no. De hecho, este es el significado de la palabra integridad.

Si usted se fija, en los trabajos desde siempre le piden a uno “su carta de recomendación” o bien, algunas referencias que le indiquen que pueden confiar en uno y ser contratado con toda confianza. Ahora bien, también existe la mala reputación. Y tanto buena o mala, algo es cierto: nuestra reputación nos precede.

En mercadeo le llamamos a esto algo así como “posicionamiento” y, aunque antes se creía que esto podía pasar por una percepción, lo cierto es que tal cual nos perciban, así somos para el consumidor. Muchas personas hoy día pueden decir ¡qué me importa lo que piensen de mí! Y aunque no podemos evitar que opinen lo que quieran, la reputación es aún más fuerte que la misma opinión ajena.

Le explico. ¿Se ha fijado que muchas veces usted conoce a alguien e inmediatamente le comparte a alguien “qué me cae mal ese?” Si tiene buena reputación, pueda que la otra persona le diga “deberías conocerlo mejor, me han hablado buenas cosas de esa persona”, y con ese beneficio de la duda, empieza a cambiar su opinión.

Precisamente, de la reputación es que nacen los “ratings” o mediciones. Siempre que queremos comprar un producto en la web hoy en día, lo que nos fijamos es cuántas estrellas tiene de parte del público, o nos ahondamos en las recomendaciones al leer qué opinión tienen al respecto.

Si la mayoría es positiva, nos aventuramos a adquirir ese producto. Si las opiniones son malas, buscamos alternativas. ¿Cuántas estrellas tendría usted en su reputación? Es imposible buscar perfección, pero al menos debemos mantener el balance positivo ¿no?

La gran noticia, en caso de no tener esa “gran” reputación, es que se puede cambiar, pero de una manera gradual y con el tiempo. Nada mejor que aceptar dónde estamos y cómo somos y trazar una visión de cómo quiero ser percibido.

La buena reputación le permite mejores honorarios, ¡piénselo!, nadie quiere contratar a alguien conflictivo, impuntual e irrespetuoso. Pero cuando a alguien le precede una buena reputación, la gente está dispuesta a dar más, ¡porque lo vale!

Empresas como Apple, construyeron primero su reputación. Sus diseños hermosos en tecnología, fáciles y prácticos, innovadores y satisfaciendo las necesidades del cliente, ha construido una tremenda reputación aún 12 años después de la muerte de su fundador.

La buena reputación es como tener un ahorro en una cuenta bancaria. Si se equivoca, tiene crédito suficiente como para que puedan seguir confiando en usted, por la buena reputación que tiene.

El mismo rey Salomón lo dijo en las escrituras: “Vale más la buena fama que las muchas riquezas, y la buena reputación, más que la plata y el oro”. Si quiere una vida así, deje que los buenos principios sean el centro de su vida. Los buenos principios jamás pasan de moda y construyen una buena reputación.

¿Cómo lo ven sus compañeros de trabajo? ¿Cómo lo ve su familia y amigos cercanos? ¿Es usted una persona que suma valor a otras personas? Si es así, le aseguro que las puertas siempre estarán abiertas para usted.

Enrique Zaldivar
Enrique Zaldivar
2050 Comunicaciones
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