“Si todos siguiéramos consejos financieros en las redes, el resultado sería diferente”, decía el autor del libro “Padre rico, padre pobre”, Robert Kiyosaki.
Haciendo referencia que preferimos mil veces entretenernos que educarnos. Esa educación tampoco pasa por lo cultural, pues hacía referencia que, en casa, nuestros padres, poco o nada nos daban de la educación financiera.
En una conversación con unos amigos, sacaron precisamente a luz, este tema. “El gasto
Hormiga”.
Con lo que me gusta el café, me preguntaron cuánto pagaba al mes, en compra de café elaborado o servido ya. Si le metemos pluma a ello, casi que sale una buena mensualidad y eso que prometo no agrego pan.
Ahora bien, que hay de los que todos los días compran su desayuno, los refrescos que nos damos en intermedios, o bien esos gustitos dulces que nos damos de vez en cuando.
Creo con certeza que el problema no es darse esos gustos, sino que no lo presupuestamos.
No ponemos límites. Y nunca tenemos control de ello. Haga cuenta. Si usted es una persona que no cocina en su casa y almuerza todos los días fuera ¿Tiene un presupuesto diario de cuánto puede pagar por ese almuerzo? Bueno, entiendo, tampoco hay que ser tan serios con el gasto, pero le explico el verdadero asunto de ello.
Robert explica que la gente con pensamiento de escasez vive comprando “cositas”; es decir, una figurita de acción que le gustó.
La corbata tipo peluche que es simpática. El cojín de su videojuego favorita. Cositas. Cosas que con el paso del tiempo se nos va acumulando y luego no sabemos qué hacer con ello.
Muchas veces, terminamos regalándolo o directo a la basura. El que tiene pensamiento de escasez, explica, busca invertir su dinero.
Y muchas veces nos desanimamos en invertir por que pensamos en sumas multimillonarias que no tenemos, para comprar acciones o empresas. Cuando en verdad, no debe de ser así.
Pensar en invertir puede ser guardar una cantidad de dinero al mes para luego comprar algo que sí le va a producir más dinero. Le pongo un ejemplo. Ahorro una cuota mensual para comprarme una podadora eléctrica, que luego me generará ingresos para que, los fines de semana pueda ir a ganarme un dinero extra, podando en lugares donde me contraten.
Es algo que no puedo comprar de contado, pero voy mes a mes guardando para cuando pueda, hacer una sola compra de una herramienta de trabajo que me va producir más.
Llámelo como quiera. Puede ser una computadora. Una batidora industrial. ¡Lo que sea! Pero está ahorrando para algo a futuro. Este ahorro tiene mucho que ver con nuestros hábitos. Porque podemos caer ante la tentación de amigos que todas las tardes mandan a comprar churros.
Y luego, no tenemos nada para guardar. El gasto hormiga nos trae esa sensación de alivio inmediato, de comodidad diaria que conforme pasa el tiempo, nos deja vacíos, pues nunca nos ajusta para poder invertir en algo que sea más útil. Piense en ello.
¿Cuáles son sus gastos hormigas? Y que pasa si empieza a hacer un esfuerzo y ve en qué puede reducir gastos para poder invertir a futuro. Eso sí, invertir es adquirir algo que le va a producir más. Ese gasto hormiga puede significar el presupuesto para que usted promocione algo que vende en redes sociales.
Al final, como todo en la vida es un hábito que toca tomar. Tómese ese café. Disfrute comprarse ese recuerdito. Pero téngalo presupuestado de un lugar donde siempre habrá espacio para poder invertir. ¡Le garantizo un año de bienestar!