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sábado, mayo 18, 2024

EL UNICORNIO IDEOLÓGICO: Para entender el fenómeno del crimen organizado

Fueron las maras y el narcotráfico las primeras organizaciones en globalizarse en Honduras; no fueron, ni el estado ni la empresa privada. Hoy en día, ese monstruo ha crecido a niveles inimaginables, de tal manera que las instituciones encargadas de la seguridad ciudadana han fracasado en sus intentos por frenarlo. Frente al gran problema social que implica la progresión del crimen organizado, la solución no radica en utilizar un método con tácticas locales, debido a que la estructura criminal ha rebasado ese nivel para constituirse en una red más compleja de carácter global. Se trata, pues, de conexiones internacionales que operan bajo procesos y organigramas de efectiva comunicación vertical, y que utilizan la respuesta rápida como el medio más eficiente para su supervivencia y mantenimiento.

El crimen organizado, incluyendo las maras, ha surgido como respuesta a un sistema que ha mostrado su olímpica incapacidad institucional para integrar a grandes espacios geográficos en los programas de desarrollo económico y social. Si todavía no entendemos su complejidad, habrá que remontarse a las causas que le dieron origen. Recordemos que toda sociedad es un sistema de redes que mantienen una comunicación permanente con otras redes más complejas que pueden ser locales y también globales. Todos participamos en algunas de esas redes en las que procuramos alcanzar nuestros objetivos personales, por ejemplo, un título universitario, un empleo bien remunerado, movilidad social ascendente, o procurar la participación política.

En cualquier caso, toda red institucional, comunitaria, estatal o mercantil- necesita espacios para alcanzar sus objetivos comunes. Estos espacios se “tocan” o se comunican con los espacios de otras redes, por ejemplo, una empresa que necesita incentivos fiscales, un grupo de campesinos que procura tierras, pero también puede tratarse del crimen cuando “interactúa” con el resto de la sociedad. Esa comunicación entre redes puede ser armónica, o puede ser antagónica, como en el caso de las maras. El espacio es poder, afirma el gran sociólogo español Manuel Castells. Por ello, los espacios de las maras no conocen de fronteras.

Pues bien: esos espacios no se conceden fácilmente, sino a través de negociaciones con otros conjuntos de redes. Tales negociaciones casi siempre implican conflictos cuya intensidad varía en uno u otro caso. Piense en la huelga del Ministerio Público que se resolvió hace unos días, tras una presión de varios meses. El equilibrio social se alcanza solamente en un ambiente de estiras y encoges: nadie regala nada.

Con el advenimiento de la globalización, los conflictos por ganar espacios de todo tipo se agudizaron. Como fueron unos pocos privilegiados los que se beneficiaron de esa gran red mundial de la economía, las comunidades excluidas de las redes del mercado y del estado, buscaron adaptarse de la mejor forma posible. Los “guetos forzosos” -como llama Bauman a los barrios marginales- procuraron sus propios espacios, crearon un particular sistema de comunicación, y comenzaron a acercarse a las otras redes sociales, no en buenos términos, desde luego. La respuesta de la sociedad fue la de aislarse en “guetos voluntarios”, en circuitos cerrados, sistemas de cámaras y escoltas personales. Otros han preferido emigrar y ser parte de otras redes globales más seguras.

Las estrategias de combate de los gobiernos ignoran estas circunstancias. El “método bukeleano”, ovacionado por las masas borreguiles, y criticado por muy pocos -entre ellos Gustavo Petro, alguien que sí sabe de pelear espacios-, no es tal método, sino una simple pero exitosa negociación de los espacios para darle un respiro al Gobierno. De ahí la tragicomedia del encierro que todos quieren imitar.

Pero hay una buena noticia: cuando la red del sector productivo se toca armónicamente con la estatal, cuando hay un capitalismo globalmente competitivo, y el crecimiento económico apunta hacia arriba, la gente procura alcanzar sus objetivos en ambientes fecundos y seguros. Algo así quiso dar a entender el izquierdista Gabriel Boric, en un encuentro nacional con los empresarios chilenos.

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