18.6 C
Honduras
jueves, mayo 2, 2024

El tamal huasteco, mujeres mayas y violencia

En México existe una delicia gastronómica prehispánica conocida como zacahuil, que no es otra cosa que “el tamal más grande del mundo”. Este llega a medir más de un metro, y puede ser elaborado con relleno de masa mortajada, carne de jabalí, venado, faisán, codorniz, armadillo, guajolote o serpiente. Su nombre proviene del náhuatl y significa “bocado grande”. Hoy no me enfocaré en la delicia gastronómica sino en la relación que hay de este sabroso alimento con la leyenda de lucha contra la violencia hacia la mujer, acontecida en la época anterior a la conquista.

Alrededor del año 1468, Moctezuma, el flechador del cielo, conquistó la región huasteca en México. Para desarrollar eficientemente la labor de gobernante, entre otras cosas, se hizo de un recaudador de impuestos (quimichtil), para administrar la tributación de la región. Este individuo se sirvió de su poder para aprovecharse y manipular a las mujeres. Entre sus detestables actividades estaba matar bebés y beberse su sangre para permanecer joven, y seguir abusando de las mujeres.

Cuando los huastecos se enteraron de que los mexicas de Moctezuma habían sido derrotados por los tarascos procedieron a hacer prisionero al recaudador de impuestos. El pueblo, ávido de venganza por todas las barbaridades cometidas, procedió a darle muerte y acabar con él de una particular manera: como alimento. Para “comérselo” lo desollaron, lo envolvieron en una masa de maíz mortajada y enchilada la cual molieron en un metate, lo cubrieron con hojas de plátano y lo pusieron a asar al fuego durante horas. Con esto, pasó a convertirse en un zacahuil: un tamal humano. Lo sirvieron repartiendo trozos del tamal entre la población y entre las mujeres ultrajadas. Esta era la forma de hacer justicia por ellas y restaurar su imagen mancillada. También cuenta la leyenda que las mujeres gritaban de emoción “se acabó el problema”, “se acabó el problema”. Desde esa época los huastecos acostumbraron a hacer lo mismo con sus prisioneros, hasta la llegada de los mojes franciscanos, en 1521, recomendando que prepararan el zacahuil con otro tipo de carne y no la humana…

Según el Popol Vuh, en el mundo maya, la mujer tenía un lugar especial como compañera del hombre y como sustento del hogar, mientras que los hombres alimentaban y veneraban a los dioses. El matrimonio monogámico era el camino para cumplir con la misión encomendada por los dioses. Los cónyuges podían separarse voluntariamente, pero el adulterio era severamente castigado; a los hombres, con pena de muerte, y a las mujeres, con infamia pública y, en algunas ocasiones, también con pena de muerte. La mujer era una autoridad, la violencia contra ellas estaba culturalmente mal vista.

En la mujer maya se concentraban las funciones de ama de casa, esposa y madre, la educación de los niños, la elaboración de los alimentos y de los vestidos, el cuidado de la casa y la crianza de animales domésticos. Sin embargo, también tenía un papel activo en la producción de bienes de subsistencia y en la vida pública, ya fuera en el comercio o en la política.

Según las inscripciones jeroglíficas, algunas mujeres de linajes ilustres llegaron a ocupar el poder supremo, tal como la señora Yohl Ik’nal, quien fue designada “Sagrada Gobernante de B‘aakal” (Palenque) por derecho propio. Se menciona también a la reina madre de Caracol, señora B’atz’ Ek’, quien desempeñó un papel político activo; y la mujer que más honores recibió en la historia maya fue la señora K’abal-Xoc de Yaxchilán, esposa principal de Itzam Balam.

El cronista maya-español Gaspar Antonio Chi, hablando del trato hacia las mujeres mayas de Yucatán, relató que “el que, corrompía a una mujer, forzaba a una doncella, tenía relaciones con mujer casada o con la hija de alguno bajo el dominio de sus padres; tenía asegurada la pena de muerte”

Shakari Patel, en su trabajo de tesis de grado en la universidad de California Riverside, señala que las mujeres perdieron su estatus y autoridad con la llegada del colonialismo, y que los españoles no entendían que existiesen mujeres líderes, por lo que se dedicaron a aplastar las creencias locales. Tacharon a las mujeres líderes como adivinas y brujas. Las acusaban de mujeres impropias que hablaban de sus hombres. Evidentemente, existía una clara incapacidad de los que llegaron para comprender una cosmogonía diferente. Eso persiste…

En la actualidad, se vive la plaga de la violencia contra la mujer en todas partes del mundo. El 2022 fue un año sumamente violento para las mujeres según el Observatorio de la Violencia de la Universidad Nacional Autónoma de Hondura, en donde se contabilizaron 300 feminicidios: una mujer moría cada 28 horas, convirtiendo a Honduras en un país que encabeza las estadísticas en este penoso apartado, pero resulta más dramática aun la impunidad con la que se vive el fenómeno, que roza el 95%. Sin comentarios.

Ante tanta impunidad y falta de justicia las personas muchas veces recurren a hacer justicia por propia mano. La historia mesoamericana indica que la mujer tuvo un lugar en sociedad prehispánica que hoy en día difícilmente tiene, por mucho que se diga que “la vieja es sagrada”. No se trata de solucionar simplemente con pena de muerte a quien comete un delito, se trata de entender el entorno histórico social del problema; más cultura y más justicia.

Por José R. Reyes, abogado.

- Publicidad -spot_img

Más en Opinión: