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domingo, septiembre 8, 2024

El prócer y el guardia

Buenos días, dijo el prócer al guardia de la entrada, solemne y educado. Buenas, dijo el guardia de la entrada, algo a la carrera porque estaba viendo un partido de fútbol, ¿en qué podemos servirle? Vengo a hablar con el presidente, presidenta, le corrigió el guardia, bueno la verdad es más el señorón que manda y no anda perdido, le dijo risueño. ¿Anda alguna invitación o por lo menos alguna recomendación política? ¿Cómo así?, le dijo el prócer, extrañado, vengo como ciudadano a hablar con el dirigente del país, creo que tengo derecho. Allí es donde la mula botó a Genaro, le contestó el del portón, aquí solo vienen a verlo los recomendados o del partido, ¿el pueblo?, ¡nambe!, no tienen derecho, ¿no ve que son la mera mera y no cualquiera puede entrar? Además, ni vestido anda para la ocasión, ni de saco, ni guayabera blanca, aunque esas eran del gobierno pasado, dijo pensativo…

Ahora, mínimo en botas y de sombreros finos, o por lo menos con la boina verde con estrellita, obvio que montados en una Prado blindada y con un ramillete de guaruras, pero usted viene a pie, sudado y pidiendo imposibles.

Pero yo siempre he velado por el país, dijo, casi como excusa el prócer, mire hasta en los billetes salgo, me llamo Cecilio Valle, por cierto, y supongo que me llamaron por una razón, tal vez para mejorar la situación, dijo ceremonioso.

Pues don Chilo, le dijo aquel pensativo, a saber cómo apareció usted, a mí me vale y no sé quién es, aquí no sabemos de próceres, menos los autóctonos, ahora se estudian los revolucionarios de otras tierras que han llevado el socialismo a muchos y el poder a pocos, venir a ayudar solo por ayudar no me la creo, fijo que quiere entrar para pedir algo, aquí nadie se mueve solo por ayudar, menos al país, primero la bolsa y luego los que quedan, le dijo el de la garita. Me va a disculpar don Chilo, pero usted y sus ideas de ayudar a la patria aquí no pasan, igualito como usted que se quedará cabal aquí, ¡se habrá visto semejante pajarita! Vaya a hacer cola allí y anótese allá para que lo llamen algún día o le escriban por WhatsApp, porque el comandante está muy ocupado ¿sabe?

Pero… solo logró decir el prócer, yo solo quería ayudar al pueblo, casi en gemido. Ya le dije que se deje de papadas, eso aquí no va, primera vez que viene un político sin intereses, ¡eso sí es sospechoso! Mejor ahuecando el ala, don Chilo, si no quiere que lo ‘toletiemos’ por romper el orden, aquí solo es para el círculo de poder, ¿como un simple mortal, vivo, muerto o resucitado va a venir aquí?, ¡nambe!, le dijo aquél, ya agresivo. Solo falta que me diga que viene a ayudar y ni cobrar va a querer, dijo riéndose en mofa, ¡pues claro!, respondió el prócer por lo obvio de lo dicho, yo solo quiero ayudar a mi pueblo, alcanzó a decir.  Mire compa, le dijo el centinela, ya mosqueado, Caminando se ve más bonito, vaya donde lo llamen que aquí nos gusta estar así, no me venga a querer engañar que quiere ayudar sin interés, ¿cree que soy tonto, o qué?, y cerró la ventanita de presto, diciendo una frase ofensiva que tiene que ver con la mamá de uno.

El prócer sólo pudo ver con tristeza cómo había cambiado la cosa, ahora el interés y la mezquindad mandan, se dijo para sí, pobre mi pueblo, pobre mi patria, pensó, mientras desaparecía en el éter y alcanzó a ver la bandera ondeando orgullosa, solo dejando en la acera dos manchas húmedas de sendas lagrimas que rodaron por sus mejillas, lágrimas de prócer que se secarían con el paso del tiempo, así como los ideales que fueron hace siglos ya.

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