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martes, mayo 14, 2024

El mundo de los Anunnakis

Tal y como sucedió millones de años atrás, los habitantes de Anunnaki, que habían dejado la superficie para buscar debajo de ella protección al irreversible cambio climático que sufriría su planeta, se veían ahora obligados a encontrar la manera de prevenir una futura colonización por parte de los habitantes del tercer planeta, autodenominado por ellos como Tierra.

Las primeras sondas y robots exploradores eran sólo una advertencia de lo que seguiría en el futuro, especialmente desde que detectaron las enormes cantidades de agua existentes debajo de la superficie; los océanos donde los marcianos habían sobrevivido y evolucionado hasta convertirse en seres totalmente acuáticos.

¿Cuánto tiempo faltaba para que descubrieran su civilización y realizaran que, además de agua, también bajo su superficie había alimento -ellos- tal y como consumían a todos los habitantes de los mares de su planeta?

El peligro, aunque a muy largo plazo, era evidente y debía ser afrontado de manera inmediata.

El tiempo estaba a su favor, pero también en contra.

Tardarían muchos siglos para estar en capacidad de iniciar la colonización de Anunnaki, apenas estaban diseñando la tecnología para hacerlo, tiempo a favor.

Los Anunnaki debían elaborar un plan y la tecnología para implementarlo, tiempo en contra.

No había ni un segundo que perder.

La primera parte del plan, obviamente, sería encontrar la manera de retrasar al futuro invasor, hacerles más largo -y costoso- el plazo. Ganar tiempo para diseñar la forma de detenerlos definitivamente.

Algunas voces llamaron a la conciliación, ¿por qué no hacerles saber de su existencia y entablar una comunicación pacífica?

La respuesta de los expertos, que durante millones de años habían estudiado la evolución de los terrícolas, fue clara y contundente:

“Nuestros monitores, instalados con todo el equipo dejado debajo de las grandes pirámides, han funcionado y lo siguen haciendo, nos ha sido fácil seguir sus pasos a través del tiempo. Esos seres jamás han tenido una era de paz, son expertos en la invasión, colonización, esclavitud y guerra. Para ellos seremos como los peces que -por millones de millones- caen en sus redes, pasan por sus cocinas y terminan la trayectoria en sus comedores. Al principio quizá finjan curiosidad e interés y hagan ofertas de paz y convivencia, luego ya sabemos lo que pasa con los territorios que conquistan. Eliminan especies, barren con todo lo que puedan comer, son una plaga, son enemigos hasta de su propia especie. Si alguien tiene duda de cómo se comportan, que muestre una etapa de su historia en la que haya sido diferente. La verdad es que, si queremos conservar nuestra paz y heredarla a todas las generaciones por venir, debemos enfrentarlos como lo que son, el mayor peligro para nosotros desde los inicios del cambio climático en nuestro planeta, nada menos, nada más”.

Los encantadores seres acuáticos de Anunnaki, desarrolladores de la más maravillosa tecnología del Universo, junto a una pacífica civilización de hermanos, decidieron entonces el camino lógico, eliminar el peligro del futuro antes de darle oportunidad de convertirse en una real amenaza en el presente de sus descendientes.

El verdadero problema no sería, de momento, encontrar la manera de desviar sus intenciones, ni siquiera la forma de llevar a cabo cualquier plan a mediano y largo plazo, sabían que podían hacerlo. El asunto estaba en realizarlo sin que los terrícolas se dieran cuenta de su existencia, ejecutarlo sin ser notados.

Una acción que dejara pistas que les condujera hacia ellos equivaldría a una invitación “vengan a comernos”.

Una guerra total y despiadada, ¿eliminarlos por completo? Era algo factible tecnológicamente pero irrealizable, no al menos por seres de paz como ellos.

Tenía que haber otra forma.

Surgieron dos ideas. La primera que con seguridad sería efectiva consistía en provocar una guerra entre ellos “que se maten como han venido haciéndolo desde siempre”, sólo tendríamos que encontrar el motivo provocador, lo que no ha sido muy escaso en ese planeta.

La segunda, también factible, producirles un cambio climático como el que nos afectó a nosotros y dejarles el gran problema de resolverlo, les garantizo que jamás encontrarán la manera de revertirlo, no está en su formación hacerlo. Nunca se han unido ante ninguna amenaza global, tampoco lo harán porque se les vaya a terminar el agua o calentar el planeta.

Y eso es algo que podemos hacer, nuestros antepasados, sabios como eran, dejaron los mecanismos instalados, sólo se trata de actualizarlos y ponerlos a funcionar.

Los potentes transmisores milenarios colocados en una de las lunas artificiales de Marte estarían listos para operar casi de inmediato, las órdenes serían transmitidas a los mecanismos subterráneos dejados por sus sabios antepasados.

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