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viernes, abril 19, 2024

E-EVOLUCIÓN: Día de Acción de Gracias, una buena tradición

Mirna Isabel Rivera
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Una de las grandes celebraciones en los Estados Unidos es el Día de Acción de Gracias, precisamente tiene sus raíces en el agradecimiento, en dar gracias a Dios por haber logrado grandes cosechas que les permitieron a los peregrinos procedentes de Inglaterra, en 1621, fundar la colonia de Plymouth y sobrevivir. Los nativos americanos, indígenas de la tribu de los Wampanoag, fueron claves para que lo lograran, ellos dieron a los recién llegados las instrucciones que les permitieron sembrar cultivos autóctonos, como el maíz, pescar y cazar.

Los peregrinos estaban muy felices, de haber logrado tan buenas cosechas y tener abundante comida que invitaron a sus benefactores, los Wampanoag para compartir. Quizás uno de los principales temas de conversación fue cómo habían logrado superar aquel terrible invierno de 1620 donde falleció una gran parte de los peregrinos y cómo, un año más tarde, podían estar en koinonia y empezar una nueva vida en otro continente.

El día de Acción de Gracias fue oficialmente instituido por Abraham Lincoln en 1863, declarado feriado nacional, curiosamente en medio de la Guerra Civil, porque Lincoln consideraba que era precisamente ese tipo de festividades lo que uniría a la nación norteamericana.

Compartir y dar gracias por los alimentos debería ser una constante en este siglo, no solo como parte de una festividad. En la actualidad hay cerca de 828 millones de personas que no gozan de seguridad alimentaria, no tienen qué comer y están padeciendo este flagelo. Según Naciones Unidas, la COVID-19 ha contribuido al incremento de las cifras, alejándose cada vez mas de alcanzar un importante objetivo de desarrollo sostenible para el 2030, Hambre Cero.

Desde tiempos antiguos, el ser humano ha tenido que luchar de diferentes formas para cubrir sus necesidades básicas que, según la pirámide de Maslow, son las fisiológicas o biológicas que ayudan a la supervivencia, de esta depende cubrir las de seguridad, sociales, estima, autoreconocimiento y autorrealización. La primera necesidad que debe suplirse es la alimentación, esta es inherente a toda la especie humana.

El escenario mundial no favorece lograr disminuir el hambre, más bien parece que esta podría incrementarse en el mundo. La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) lo advierte en su informe, Perspectivas Agrícolas 2022-2031, que es imposible lograr alcanzar este objetivo si no se toman medidas aceleradas, como lograr “que la productividad agrícola mundial se incremente en un 28%, tres veces más de lo que ha crecido en la última década”. A nivel global la situación es compleja.

En nuestro país, lamentablemente, se ha reducido el consumo de comida en muchos hogares, de tres tiempos se ha pasado a solo uno. Para alrededor de dos millones de hondureños es casi imposible tener seguridad alimentaria y esto está afectando severamente a las familias campesinas. El flagelo del hambre en nuestro país tiene causas multifactoriales, pero un denominador común es que la personas tienen un bajo nivel de ingresos, están desempleadas, carecen de una educación que les permita contar con las habilidades necesarias para lograr un empleo digno. Además, los efectos del cambio climático que ha provocado más inundaciones de los habitual, lo que ha ocasionado más daños económicos y pérdidas humanas. Ningún tomador de decisiones debería irse tranquilo a dormir mientras millones de niños no han tenido oportunidad alimentarse adecuadamente.

Si queremos emular una fecha tan especial como el Día de Acción Gracias, debemos empezar por ser más sensibles con nuestro entorno, donde a diario vemos personas pidiendo en las calles, familias que no tienen recursos para alimentarse, totalmente desprotegidos, sin cubrir las necesidades básicas de la pirámide de Maslow.

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