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miércoles, mayo 8, 2024

Cierre ciclos, para recibir lo nuevo.

Hay dos cosas en la vida para la que nunca estamos enseñados. Para el dolor y para el adiós. Poco se habla de ello. De hecho, lo escondemos siempre bajo el tapete, como si nunca quisiéramos verlo. Pero en el caminar de la vida siempre estarán: el dolor y el adiós.

Son inevitables. Como los cambios. La vida en sí es una serie de estaciones, donde algunas áreas de nuestra vida están en primavera, floreciendo y siendo todo hermoso y algunas otras áreas están en inviernos.

Pero hay cosas que parecieran estancadas en una misma situación. No se mueven. No pasa nada. Siempre está allí. Me gusta la relación que hace el Doctor y autor Henry Cloud en muchos de sus libros donde habla, que hay cosas en la vida que son como una astilla, en el pie. ¡Duele tocarla!

Pero preferimos andar ese tipo de dolor que arrancar la astilla de una buena vez y que sane. Si no la arrancamos, nunca podrá sanar. Y esa conducta la andamos por la vida, por no saber qué hacer con el dolor.

El dolor es una emoción que sirve como señal. El dolor nos dice “Es hora de hacer un cambio” Y verlo como tal nos ayuda a asimilarlo. Y debemos dejar de romantizar situaciones en donde confundimos un “Deseo” con “Esperanza”. Y sólo alarga nuestra agonía. “Deseo que la persona cambie, pero no tengo esperanza porque no veo señales que quiera cambiar”

En la Biblia, Jesús pone una hermosa anécdota, de una planta de higo. El dueño quería cortarla pues no daba fruto. Pero el siervo abogó por ella, “Que le diera más tiempo” Y el dueño le dijo ¡Adelante! Un año más. Si la abonas, podas, cuidas y en un año no da fruto ¡La cortas!

Hay cosas que llegaron a su punto final. Dígales ya adiós. El adiós es algo hermoso si lo hacemos desde la gratitud. No desde el resentimiento porque eso nos encadena aún más.

Adiós desde la gratitud. Si fue bueno, pero ya no lo es. Si sirvió y le emocionó, pero todo se apagó. ¡Diga adiós! Porque no podemos estar aferrados a algo que no es. Y muchas veces “Amamos” un ideal que ya no existe.

Toca ahogar ese ideal. Para hacer espacio a uno nuevo. Sano. Real. Vivimos en tiempos donde se nos condena equivocarnos y nada que ver. Reconocer un error y crecer de ello es lo más liberador que hay.

Pero usted nunca tendrá espacio en su mente y en su corazón para nuevas ilusiones, si sigue aferrado a lo que hace mucho dejo de ser. ¡Usted sabe de lo que hablo!

Por eso, tome la iniciativa. Cierre el ciclo. Guarde el luto y florezca de nuevo. ¿Qué cosas debo podar? Aquello que ya está enfermo y por más que cuido, nunca sana. Debo podar aquello que ya no me impulsa a ser mejor y me amarra a la mediocridad. Debo podar aquellos deseos que en su momento fueron buenos, pero ahora son destructivos.

Es hora de hacerlo. ¡Y dese las gracias a usted por ello! Pues nadie más que usted podrá hacerlo. Con cada comienzo de año, todos vemos la oportunidad de algo nuevo, pero anticípese a ello y corte todo aquello que no sirve.

Seguimos la broma que cerrar ciclos es un corte de cabello. Pero tome lo de “Corte” y hágalo más allá. Quite lo que estorba, en su avance. En su madurez. En su realización. ¡Viene un año nuevo! Una nueva oportunidad. ¿Qué dice? ¿La tomará?

Por Enrique Zaldívar
2050 Comunicaciones

Enrique Zaldivar
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