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Honduras
miércoles, abril 24, 2024

BIEN COMUN: Abogados digitales

Los últimos avances en inteligencia artificial son verdaderamente formidables. La disponibilidad de plataformas como ChatGPT y Bard han desatado una ola de innovación tan impresionante que ya se habla hasta del fin de muchas profesiones, incluyendo los Abogados. La capacidad que han demostrado estos sistemas para procesar información y presentarla de forma útil es sencillamente asombrosa, sobre todo cuando nos damos cuenta de que las actuales, que han presentado algunos errores y limitaciones, son la peor versión de cada una y que estas solo podrán mejorar, por lo que las nuevas serán vastamente superiores. En el ámbito legal la utilidad de estos sistemas es notable pues tienen la capacidad de resumir extensos documentos, generar argumentos legales, proporcionar antecedentes jurídicos, formatos de cartas y escrituras, y corregir la gramática de cualquier instrumento, entre muchísimas otras.

En artículos anteriores comentamos sobre la importancia de acelerar la digitalización de los procesos administrativos y judiciales en Honduras, especialmente como mecanismo de modernización del Estado, lo que también servirá para mejorar la transparencia, prevenir la corrupción y lograr una atención ciudadana eficiente. Celebramos la aprobación de normativas para la digitalización de los procesos judiciales como la emisión del Reglamento de la Ley de Gestión Electrónica de Procesos Judiciales, así como algunos en materia administrativa como los impulsados desde la Secretaría de Desarrollo Económico para Zona Libre. Esta corriente de digitalización fue acelerada sustancialmente por la pandemia, la que nos obligó a buscar mecanismo expeditos y cimentados en tecnologías de la comunicación para resolver una infinidad de temas que no podían detenerse por las normas de distanciamiento o restricciones sanitarias.

Ahora, estas tecnologías pueden hacer mucho más, por ejemplo, existen herramientas para investigación y educación jurídica, manejo de activos de propiedad intelectual, administración de contratos, manejo de oficinas legales, chatbots, firmas electrónicas, creación automatizada de documentos y plataformas para resolución de conflictos en línea, en fin, una interminable lista de procesos y servicios optimizados por la cibernética.  Sin embargo, en las facultades de derecho y en el Colegio de Abogados es limitada la instrucción sobre estos temas que cada día son más indispensables para el ejercicio profesional. Muy pocos foros disponibles para capacitar sobre temas como ciberseguridad, tecnología legal, análisis de datos o inteligencia artificial, sin perjuicio que existen algunas empresas que están innovando mucho en el tema como Todo Legal, que presenta una opción interesante para el manejo de información jurídica y que recientemente ofreció un seminario denominado “Tecnología para Abogados”.

La abogacía no se ha distinguido por ser una profesión amigable a los cambios y así parece ser con los temas tecnológicos. Sin embargo, la realidad actual nos exige superar esos prejuicios y adoptar de manera responsable las herramientas que nos permitan simplificar procesos, automatizar tareas, mejorar las comunicaciones y asegurar un ejercicio profesional más moderno y eficaz. Esto demanda que los Abogados estemos preparados para manejar las tecnologías y plataformas electrónicas necesarias para actuar en cada una de esas materias de manera diligente y salvaguardando de integridad de la información de nuestros clientes, tanto en nuestros despachos como en dispositivos móviles. También conducirá a que eventualmente esas competencias tecnológicas, que ya son un deber ético, se conviertan en uno legal.

El secreto profesional nos obliga a conservar bajo estricta reserva toda la información, datos y documentos de nuestros clientes, pero como estos cada vez más se almacenan en archivos electrónicos, es esencial la ciberseguridad o seguridad digital para prevenir, en la medida de lo posible, cualquier acceso no autorizado a dicha información. En nuestro caso la pandemia nos ofreció una oportunidad de digitalizar muchos documentos; al inicio de la emergencia teníamos ocho archivos de cuatro gavetas cada uno, repletos de documentos, y gracias a un proceso lento pero metódico, eso lo redujimos a un solo archivo, pasando el resto a una base de datos en línea.

Debemos asumir el reto que se nos aproxima de conocer y dominar las nuevas tecnologías que nos permitirán mejorar nuestro desempeño profesional, adquiriendo las destrezas necesarias para aprovecharlas en todo su potencial y en beneficio de nuestros clientes. No creemos que la inteligencia artificial ni ninguna otra tecnología podrá reemplazar nuestra profesión, pero es nuestro deber obtener las competencias digitales que vayan de la mano del desarrollo de los negocios, las gestiones administrativas y los procesos judiciales.

Por Rodolfo Dumas, abogado.
Correo: [email protected]

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