No nos referimos a un encuentro de fútbol ni nada parecido. Nos referimos a la analogía de lo que ha sucedido en la víspera en Lima, capital de Perú, con su presidente Pedro Castillo al haberse dado un autogolpe de Estado, disolviendo el Poder Legislativo y convocando para una constituyente. Lamentamos profundamente que la clase que aspira a poseer un cargo público, delegado mediante el voto por el pueblo, cometa esos abusos y no podemos seguir permitiendo que el pueblo siga llegando a sus casas por las noches con el temor de despertar en cualquier momento con una asonada de este tipo, de por sí ya cuestión superada por otros países que buscan ser más civilizados.
Afortunadamente, hoy, en Honduras, un asesor presidencial ha manifestado no creer en esas cosas, diciendo que “no hay ambiente para una constituyente”. Sin embargo, al menos debemos, como pueblo, arquear una ceja, y desde ya pedirle a quienes manejan el destino de millones de hondureños, que no lo piensen siquiera, debido a que el reflejo lo tenemos con otros países de Latinoamérica donde esos intentos son insistentes, como buscando la hendidura por dónde colarse a proceder con ese adefesio y maligno intento.
Solo es de revisar lo que se ha hecho en Honduras en el pasado reciente y cómo nos ha dejado esa manipulación y abuso a nuestra Constitución, y también tenemos como espejo lo que sucede en este momento en México donde su presidente quiere tornar en “agua chirria” a las instituciones electorales para, seguramente, perpetuarse en el poder. Lo vimos en Venezuela con Chávez y ahora con Maduro, en Ecuador con Correa, con el impasable matrimonio Ortega en Nicaragua y lo que ellos andan buscando es esa perpetuidad para convertir a sus países más bien en sus propios latifundios, de frontera a frontera.
Solo debemos también reseñar que el pueblo peruano bloqueó los accesos a ciertas embajadas para que el señor Castillo no accediera a estas para refugiarse y proceder a detenerlo para deducirle responsabilidades por ese delito lesa patria. Así de avispados deberán estar todos los pueblos de nuestro continente para impedir cualquier intento de lesión a nuestro país y que, en este momento no podemos menos que volver a ver con recelo esos sucesos y buscar algún lazo que ligue eso como si se tratase de un libreto bien diseñado.
Esos molotes los vivimos en 2009 con saldos realmente lamentables y que aún hoy de esos eventos no nos hemos recuperado debido a que en el ambiente aún flota, sigilosamente, a manera de fantasma, el mal olor de la descomposición del Estado y sus nefastas consecuencias.
No queremos volver a pasar por eso, y quisiéramos referirnos a planes de desarrollo, de medidas económicas acertadas, de honrar las deudas con el personal estatal, de eso quisiéramos estar lanzando felicitaciones y albricias a quienes tomen decisiones acertadas en favor del bien común.
No hay que confiarse, ni la sociedad ni quienes detentan el poder, muy a pesar del estado de excepción (que es otro tema) y afortunadamente, ya la población hondureña da la impresión de estar despertando de esa malsana dominación mental.