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martes, octubre 15, 2024

Verdad, honor, servicio

¡Volando van las águilas del norte! Decía en uno de los cantos que entonábamos por las mañanas. Y es que, según estudios, la edad de formación del carácter de las personas anda entre las edades de 11 a 14 años, razón por la cual, es muy importante lo que se imprima en el corazón de los preadolescentes.

Hablo de mi colegio, el Liceo Militar que en ese entonces solo era “Del norte”. Mucho se habla de algunos personajes ilustres y otros no tanto, que han egresado de esta institución, pero poco se habla de los que, en anonimato, en su día a día continúan poniendo en alto, lo que nuestro credo decía: Verdad, Honor, Servicio.

Nos enseñaron a andar en integridad, aunque al final este valor es una decisión de cada quien.

Pero conozco muchísimos graduados, que manejan su vida con altos estándares, sin luces ni cámaras que les alumbre. Muchos otros, sin temor de ser el centro de atención y “Liderar” razón por la cual fuimos enseñados.

En el primer año, éramos recién ingresados, hasta merecer el uniforme y podernos llamar “Caballeros alumnos” Aquí entra la palabra honor. En todo momento debíamos ser caballeros.

Nuestras interacciones, nuestro respeto, nuestra actitud incluso debían ser la de una persona de altura. Aún hoy día, muchos me dicen que “Tengo un parado miliar” debido a que era prohibido estar curvo, cabizbajo, con las manos en los bolsillos.

Debíamos portar el uniforme como una representación de nuestros valores, razón por lo cual se nos prohibía usarlo, en horarios o eventos públicos.

Nuestro aspecto físico debía mostrar una alta responsabilidad, casi que, siendo atletas, rechazando todo tipo de ingestas que dañaran nuestra salud. Nuestro ánimo, nuestra moral, siempre debía andar alta. Siempre debíamos estar energizados. Y por último, el servicio.

Dispuestos, oportunos, serviciales. Así debíamos de vernos. Participábamos en eventos externos, que nos enseñaban a poner en práctica todo ello, y buscábamos inspirar a otros cuando había participaciones inter colegiales, los desfiles patrios que, dicho sea de paso, entrenábamos toda una semana de pura marcha, para alcanzar una perfección cuál reloj suizo, en cada marcha.

La élite de ello, el pelotón de fusileros, Mostraban cadencias, desplazamientos y marchas que en verdad eran un espectáculo al ojo, pero mostraba la grandeza de lo que en equipo y con esfuerzo se podía lograr.

Clases como “Don de mando militar” estiraban nuestras habilidades de liderazgo. Y los actos cívicos que siempre despertaban el sentimiento patrio.

Quizás haya escuchado hablar usted de 5 o 6 personajes que poco honraron estos valores, pero no va a empañar la cantidad de hombres ilustres y ahora mujeres también que, con un perfil muy bajo, en sus puntos de influencia, siendo empresarios, padres de familia, catedráticos, pastores, sacerdotes, y en muchas áreas más, siguen honrando lo que un día nos comprometimos a seguir.

Hoy escribo, en este mes de septiembre, precisamente por eso, para que recordemos lo que en un momento de nuestras vidas prometimos honrar y vivir por ello. Andar en la verdad, mantener el honor ante todo y servir a nuestra Honduras de todo corazón, para llegar a ser hijos de bien a nuestra nación.

Si usted conoce un egresado, repítale esas tres palabras: “Verdad, Honor, servicio” y seguramente, le verá ilusión en sus ojos, o bajará su rostro de vergüenza.

Pero debemos estar agradecidos, delante de Dios, por la oportunidad que tenemos en nuestras manos de ser agentes de cambio, ante un país que no ve respuesta ante la corrupción. Hoy, intento hacer mi parte, escribiendo por esta vía. ¿Qué va a hacer usted, por Honduras?

Enrique Zaldivar
Enrique Zaldivar
2050 Comunicaciones
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