Si bien es cierto hay muchas cosas en la vida que se pueden disfrutar casi sin costo, como
la sonrisa de un niño, un bello amanecer/atardecer, un saludo cordial o un gesto amistoso, la verdad es que el mundo, mejor dicho el universo en sí, está en contra nuestra, buscando de mil y una maneras y a cada instante la oportunidad para destruirnos.
Pensemos primero en los miles de virus y bacterias, microorganismos que abundan y que parecen tener como única misión en la vida enfermarnos y matarnos.
Están en todas partes, se forman casi de manera espontánea.
Apenas un fruto o un pedazo de carne empiezan a descomponerse, esperando que alguien los coma por error para causarle muchos problemas.
Vuelan por los aires, abundan en el agua y, aunque no tengan ninguna explicación racional, también están dentro de nuestro organismo que, día a día, lucha -si no por eliminarlos- al menos por mantenerlos controlados y a nosotros con salud y vida.
Sabe usted cuántos virus y bacterias se encuentran dentro de nuestro cuerpo? Se calcula que unos 50/60 billones, una barbaridad.
Algunos de ellos nos ayudan en el proceso de digestión de los alimentos pero otros, muchos de ellos, quizá la enorme mayoría, están prestos a terminar con nuestras vidas al menor descuido o desbalance de “nuestras fuerzas defensivas”.
Desde luego que en el orden establecido por la naturaleza estos pequeños desgraciados tienen una función específica, lo malo es que a veces consiste en matarnos.
Mosquitos y otros insectos portan enfermedades mortales como el popular dengue, así como algunas arañas y pequeños reptiles portan venenos que cuando ingresan al cuerpo humano lo pueden eliminar en cuestión de minutos.
También nuestro cuerpo, compuesto de carne, está en el número uno del menú de algunos animales más grandes.
Leones, tigres, lobos y cocodrilos en cuanto nos detectan lo único que piensan es en
llevarnos a su estómago lo más rápidamente posible, igual que nosotros cuando vemos una porción de pollo frito o un buen bistec.
El ser humano es parte del régimen alimenticio de muchos animales, lo cual no tendría nada de malo. Lamentablemente para servirles de comida tenemos que morir.
Eso quiere decir que también gran parte de las otras especies que habitan el planeta podrían depender de nosotros para su existencia, terminando con la nuestra desde luego.
Subiendo en la escala de los peligros que nos acechan está el peor depredador de los seres humanos.
Antes de que lo pregunte se lo diré, nada menos que los otros seres humanos.
Guerras, asesinatos en masa o unipersonales, creo que otros humanos han causado más muertes que todos los virus combinados ya que, gracias a nuestro gran intelecto, hemos logrado construir mecanismos de destrucción masiva capaces de matar centenares de miles de personas con sólo tocar un botón.
Somos parte del planeta y, también, somos parte de los peligros que nos acechan. Asesinos que matan por un celular y, en algunas ocasiones, hasta por placer.
Megalómanos que destruyen a sus pueblos en su afán de conservar el poder, todos estos forman parte de la conspiración planetaria para matarnos.
En realidad es sorprendente cómo la especie humana ha logrado sobrevivir a un planeta que a todas luces parece estar diseñado para destruirnos.
Rayos, tormentas eléctricas, inundaciones, terremotos, incendios, tsunamis, sequías, calores asfixiantes, todo eso está en contra nuestra y hemos salido adelante.
Qué frustración para un ser superior (si lo existiera, cosa que ni remotamente yo creo) con toda una creación diseñada para acabarnos ha resultado en que cada día somos más.
Hemos encontrado la forma de evadir muchas de las enfermedades que constantemente nos manda, el último intento (Covid 19) costó la vida a unas 15 millones de personas, un montón, pero nada si se compara con el total de la población mundial -ocho mil millones de personas-.
Se fregó, rápidamente encontramos una vacuna y ahora el C19 no pasa de ser algo así como una simple gripe.
El cáncer, que hasta hace algún tiempo era uno de sus intentos más exitosos, poco a poco ha sido controlado y en la actualidad el porcentaje de supervivientes es bastante alto y crece cada día, conforme avanza la medicina.
Atrás quedaron hace tiempo otros tanteos de matarnos como la tuberculosis, fiebre amarilla, peste negra, tifus, viruela y muchos otros más.
En un mundo aparentemente diseñado para destruirnos hemos prevalecido, hemos sobrevivido pestes terribles -incluyendo motociclistas, conductores de taxis y malísimos programas de televisión, así como engendros sonoros como Bad Bunny y otros depredadores del buen gusto.
Tan mal le ha ido al que planeó todo eso que ni nosotros mismos hemos sido capaces de acabarnos! ¡Tenemos un mundo en contra y le estamos ganando por goleada! ¡Somos macanudos!