La madrugada del domingo marcó un nuevo y violento capítulo en la creciente tensión entre Irán e Israel.
Una oleada de misiles y drones lanzados desde territorio iraní impactó en diversas zonas del centro y norte de Israel, provocando al menos 13 muertos y más de 380 heridos, según fuentes oficiales israelíes.
La respuesta de Israel fue inmediata, con bombardeos aéreos contra instalaciones estratégicas en Irán, incluyendo objetivos asociados al programa nuclear.
Uno de los ataques más graves ocurrió en la ciudad costera de Bat Yam, donde un misil iraní impactó un edificio residencial, cobrando la vida de cinco ciudadanos ucranianos, entre ellos tres menores.
Las autoridades israelíes activaron rápidamente alertas antiaéreas y desplegaron equipos de rescate del Comando del Frente Interno en varias zonas afectadas.
En respuesta, la Fuerza Aérea de Israel bombardeó la sede del Ministerio de Defensa iraní en Teherán, así como un depósito de petróleo y un tanque de combustible en las afueras de la capital.
El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, confirmó además la destrucción de la principal instalación del complejo nuclear de Natanz y el asesinato del jefe de inteligencia de la Guardia Revolucionaria Islámica, general Mohammad Kazemi, y su adjunto, Hassan Mohaqiq.
Netanyahu declaró en un mensaje televisado que “la operación continuará todo el tiempo que sea necesario” para eliminar la amenaza nuclear iraní, y advirtió que Irán “pagará un alto precio por matar intencionadamente a civiles”.
Por su parte, el portavoz militar iraní, coronel Reza Sayyad, advirtió en un discurso televisado que la respuesta de su país será “devastadora” y que los “territorios ocupados dejarán de ser habitables”.
Las fuerzas iraníes informaron que al menos cuatro miembros de la Guardia Revolucionaria murieron durante los ataques israelíes en la provincia de Jorasán del Sur.
El ejército israelí también atacó un avión cisterna en el aeropuerto de Mashhad, en el noreste de Irán, en lo que describieron como su operación de mayor alcance hasta ahora, a más de 2,300 kilómetros de distancia.
En medio de esta escalada, se han registrado múltiples explosiones en Teherán, Isfahán y Shiraz, incluyendo un ataque contra una fábrica de componentes electrónicos y contra el Cuartel General de la Policía en la capital iraní.
Aunque las cifras oficiales no han sido confirmadas, medios iraníes reportan al menos 180 muertos por los bombardeos israelíes.
A nivel internacional, el papa León XIV instó al diálogo y recordó durante el rezo dominical del ángelus la masacre reciente en Nigeria, haciendo un llamado a la paz en regiones como Oriente Medio, Ucrania y Sudán.
Mientras tanto, el expresidente estadounidense Donald Trump se mostró abierto a permitir que el mandatario ruso, Vladimir Putin, actúe como mediador entre Tel Aviv y Teherán.
El gobierno israelí prolongó el estado de emergencia hasta el 30 de junio, mientras el Comando del Frente Interno mantiene restricciones en todo el país.
Protestas pacíficas como la de la plaza Habima en Tel Aviv, que reunió a unos 35 manifestantes, fueron rápidamente dispersadas por la policía bajo regulaciones de seguridad.
Finalmente, las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) confirmaron este domingo que también atacaron al jefe militar de los rebeldes hutíes en Yemen, Mohamed al Ghamari, intensificando así su ofensiva contra lo que considera amenazas regionales respaldadas por Irán.
La tensión entre Irán e Israel no es nueva, pero este intercambio directo de ataques con objetivos estratégicos y civiles eleva el riesgo de una guerra a gran escala en la región.
La comunidad internacional sigue de cerca los acontecimientos, temiendo una desestabilización mayor en Medio Oriente.
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