Las recientes elecciones para el Parlamento Europeo dejaron sorpresas. Los partidos de extrema derecha ganaron en Austria, Bélgica, Italia e Hungría, mientras que lograron ubicarse en segundo lugar en Alemania y Holanda. Pero donde más impacto parece hacer tenido es en Francia con la victoria contundente de Rassemblement National (RN), el partido político liderado por Marine Le Pen, y la derrota del partido del presidente Emmanuel Macron. Estos resultados han generado una situación inédita en el escenario político francés, donde su presidente anunció la disolución de la Asamblea Nacional y convocó a elecciones legislativas.
El resultado obtenido por el RN no es la mayor sorpresa, sino que la decisión de Macron de acceder a la demanda planteada por ese partido durante la campaña: disolver el Parlamento en caso de ser los más votados. Esta decisión abre la posibilidad de que Macron tenga que gobernar junto con la extrema derecha. Adicionalmente, es la primera vez que las elecciones europeas tienen repercusiones tan directas en la política nacional, lo que podría crear un precedente peligroso para su estabilidad política.
La convocatoria a elecciones mientras el partido de Le Pen crece de manera acelerada parece una decisión bastante atrevida y que conlleva muchos riesgos. El corto tiempo entre la convocatoria y las votaciones no deja mucho espacio para revertir esa tendencia, sobre todo porque la oposición ha logrado presentarse más moderada, lo que le ha permitido atraer más simpatizantes. Hay quien ve en las elecciones anticipadas una forma audaz de retomar el control de la situación y de clarificar la voluntad de la ciudadanía tras el revés electoral.
El acuerdo anunciado recientemente por el conjunto de partidos de izquierda, que promueve un “nuevo frente popular”, dificultará la jugada de Macron (aunque esa alianza también es frágil). Cualquiera que sea el resultado, pasará a ser una de las apuestas más arriesgadas en la historia moderna de Francia. La decisión del presidente Emmanuel Macron de disolver la Asamblea Nacional y convocar elecciones legislativas anticipadas para el 30 de junio y el 7 de julio le ha dado a la extrema derecha su mejor oportunidad de gobernar Francia por primera vez desde el régimen de Vichy en la Segunda Guerra Mundial.
La medida sorprendió a la clase política del país, incluidos altos cargos “macronistas”, de quienes se dice que los planes del presidente fueron fuertemente guardados. Y para gran parte de Francia, la decisión sigue siendo desconcertante. Para aquellos que más tienen que perder con la extrema derecha en el poder, sobre todo los inmigrantes, la noticia es aterradora. El señor Macron, quien tiene la costumbre de desestimar la sabiduría convencional, seguramente espera que la medida le resulte beneficiosa, pero esto no significa que el peligro de una victoria de la ultraderecha no sea real.
En muchos aspectos, la agenda doméstica del presidente Macron ya estaba en crisis. Desde que las elecciones legislativas de 2022 negaron a su alianza electoral una mayoría en la Asamblea Nacional, su coalición se ha visto obligada a buscar el apoyo de otros partidos, principalmente los Republicanos de derecha. En ocasiones, el Gobierno ha ignorado por completo al Parlamento, pero para la mayor parte de su trabajo la administración dependía del respaldo de los republicanos.
Las nuevas elecciones son un intento de salvar el segundo mandato de Macron. Y éste puede creer genuinamente que los votantes le darán una nueva mayoría parlamentaria, esperando que su base de votantes antiguos y adinerados vuelva a acudir a las urnas en mayor número que los jóvenes y votantes de clase trabajadora, quienes simpatizan menos con su presidencia. La animosidad persistente entre varios partidos de izquierda y un temor generalizado a que la extrema derecha llegue al poder también podrían jugar a su favor.
Pero hay otra forma de interpretar la decisión de Macron. A medida que la extrema derecha de Francia continúa ganando terreno (sus diversas obsesiones impulsadas por un paisaje mediático cada vez más simpático y, en algunos casos, incluso inspirando iniciativas de ley) aumentan sus posibilidades de ganar las elecciones presidenciales de 2027. En este contexto, la táctica de Macron también podría ser un esfuerzo por descarrilar esos avances, al forzar a Rassemblement National a co-gobernar. Veremos si esta decisión sirve de obstáculo o consolida ese recorrido hacia el poder de la ultraderecha francesa.
Por: Rodolfo Dumas Castillo
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